Por mientras golpeaban al travesti hasta matarlo lo insultaban
groseramente como parte de la limpieza que pretendían en la pía ciudad. Ni a un
perro pulgoso lo hubiesen maltratado tanto. Estos despiadados jóvenes se han
levantado con firmeza y ardor como los vigilantes de la moral utilizando como
medios el odio irracional, la tortura y el homicidio. Al joven travesti no le
sirvió de nada suplicar piedad en nombre de Dios. Los guardianes no se venden,
no transan con sus principios.
Del blog índice LAS SOTANAS
DE SATÁN
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