El papa Francisco,
después de reflexionarlo profundamente, decidió pedir perdón por los pecados
mortales en la evangelización de nuestra querida América. Claro, las matanzas,
torturas, saqueos, humillaciones, violaciones, robos y esclavitud, no podían
ser pasados por alto. Por eso pidió perdón de rodillas y llorando. Y como
prueba de su integridad moral el Romano Pontífice ha tomado la histórica y enternecedora
decisión de devolverle a los pueblos originarios todo lo robado, sin
vacilaciones, partiendo por el oro y la plata, más un diminuto interés. Viene en
camino a América un portaavión con todo el oro hurtado, bañado con agua
bendita. Para el Vaticano esta restitución es un acto de penitencia, de
legítima santidad. Al interior de la catedral de Sevilla había 20 toneladas de
oro, hoy sólo hay paja y un pesebre pobre. Eso es recuperar el espíritu
apostólico, del comienzo. Lo que sucede es que los hermanos católicos de esa
época vieron tanta riqueza en estas tierras, que cayeron fácilmente en el
pecado del exterminio. No pudieron evadir las distintas tentaciones que genera
el maldito oro. Otro gesto de amor consiste en que el papa se comprometió a
comprarle una tumba elegante a cada uno de los 50 millones de indios
asesinados, hayan encontrado el cadáver o no. No deja de ser una actitud muy
noble. La pasión sexual de esos sacerdotes con las indias, los indios y con los
menores de edad debidamente bautizados, también fue una ofensa directa al
sagrado sacramento. Es tarde para pagar pensiones alimenticias. Como era de
esperarse, algunos cardenales mal nacidos no quieren devolver todo el oro y
plata desvalijados a los aztecas, incas y cien más, y mucho menos los
latifundios. Ellos no saben que el ladrón arrepentido delante de Cristo el
Señor siempre restituye lo sustraído, aunque sea en cómodas cuotas mensuales,
como a veces se da. El papa Francisco quiere convertir a la Santa Sede en un
pesebre, para la gloria de Dios, y por eso está vendiendo desde la semana
pasada todas sus empresas, acciones en Wall Street, reservas de oro, bancos,
latifundios, metales preciosos, inmuebles, tesoros y mil más, para compartirlos
con los más necesitados sin titubeos. El actual Romano Pontífice pretende hacer
carne la austeridad del Evangelio. Démosle la bienvenida a esta nueva santa
Iglesia que ha pulverizado sus riquezas, la pompa, el celibato, la pederastia,
el secretismo, la intriga, la usura, la manipulación, el paganismo y los
privilegios. Amén.
Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN
http://lassotanasdesatan.blogspot.com
20 toneladas de oro en la catedral de Sevilla. Que obsceno.
Así comenzó la tragedia de la evangelización.
El papa pide perdón por el horror católico.
La Iglesia Católica está enchapada en oro: el techo del Vaticano.
20 toneladas de oro en la catedral de Sevilla. Que obsceno.
Así comenzó la tragedia de la evangelización.
El papa pide perdón por el horror católico.
La Iglesia Católica está enchapada en oro: el techo del Vaticano.