Siempre
ingresaban los mismos veinte creyentes a la parroquia que se ubicaba al frente
de mi casa, sagradamente, cada domingo y algunos festivos. Por morbosidad o empalago,
a veces yo misma los enumeraba, hasta con nombres, en este pueblo pequeño. Las variaciones
o novedades eran pocas. Tal vez alguna visita o alguien que faltó por razones
de fuerza mayor. No hay atrasos o improvisaciones. Un domingo es la fotografía
del otro, por los menos en los últimos diez años, que han sido parejos, en
donde todos son respetuosos y reverentes. No hay ovejas nuevas y sólo unos
pocos muertos. La congregación del templo a nadie molesta, casi pasa
desapercibida. Son muy pacíficos. Por alguna extraña razón, no me dan deseos de
ingresar al camino de la fe, aunque reconoceré que mis domingos también son
lineales, y a veces tediosos.
Del blog índice LAS
SOTANAS DE SATÁN
No hay comentarios:
Publicar un comentario