En esa época los garabatos eran impresentables en la boca de una señorita mas en las adineradas no se veía tan mal con la excusa de que eran modernas y bacanes. Ellas lanzaban improperios con simpatía y el aplauso de la popular. Un pobretón lanzando al aire palabras inadecuadas era la vulgaridad extrema. Gracias a la televisión, a los humoristas, a la internet y las sublimes libertades que nos ofrecen los profetas progresistas en mi país la cancha se emparejó. En la actualidad ricos y pobres disparan improperios y palabrotas sin censuras. En el uso de la lengua al menos la discriminación pasó a la historia.
Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN
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