Mi ángel de la guarda se sosegó, descuidó sus rondas de vigilancia o tal vez se hastió de mis disparates. Cuando me mira languidece y nada hay en mí que lo anime, que lo estimule a seguir. Soy caso perdido. Después del pronosticado desastre no bajó la vista porque mi ángel sí cumplió con sus deberes, y en un acto de honestidad dimitió. Y yo que le compré tontamente una bebida energética porque deduje que dormía.
Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN
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