La tradición apostólica es divina y firme como una roca, no falla jamás. La tradición eclesiástica es humana, a veces atina. El Nuevo Testamento es el único nuevo pacto y el único edén del pecador. La tradición eclesiástica es tierra flexible, gris, corrompible, terrenal, deslucida, prostituible, pagana y el alma de la gran ramera. No te electrocutes si hallas alguna coincidencia entre la Biblia y la conducta del Vaticano.
Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN
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