01
I
Los pájaros vuelan a su suerte
y el sabor de la nuez no se ubicará en la cáscara,
a veces tan henchida, capciosa y rozagante.
El liendre es todo un proceso lógico.
Abuelo no es sinónimo de sabio
y el secreto inmarcesible no se afinca
en los pizarrones, en el enciclopedismo,
en los murmullos de pacotilla, en el magín.
Cada pelele de las noches sin luna ni linternas
ha delineado su decanato de heno refinado.
La energía no confecciona luz, sólo la gracia.
Hay flores algo duraderas que no son de plástico.
Las bienaventuranzas son la llave y la clave.
Toda peregrinación parte y desemboca adentro.
Todas las salas de espera se llenan de pus.
II
Esta época categóricamente es la del cerrojo,
la de la obturación, la del remate.
Todo se precipita sin repatriaciones,
sin nuevas coránicas, esponjamientos u obrepciones.
El gran epílogo se olfatea, se lustra los zapatos.
Armen las maletas, ajústense los cinturones,
rubriquen su testamento con prismáticos,
salden las cuentas que queman y sus potalas.
Corran despavoridos en medio de la estampida,
cerdeen los codazos, taladren las menudencias.
Nadie sabe ni el día ni la hora, ni la pirexia.
Alcánzame si puedes, con tu autoayuda, mentor y
libaciones.
2
I
El juzgado de mayor cuantía no se abre
y mi novicio y ventrudo y concomitante cadáver
se puso festivo y epigramático,
y enemigo fiero de toda profanía, como nunca antes.
Se ha dado tres mil vueltas vertiginosas
alrededor de la pequeña mesa de centro
bebiendo brandy con un frenesí turbador
¿A qué le teme el que a nada le temía?
II
Arrepentirse, con un pie en el féretro y con el
otro en el teso de la jarana,
es la política mortuoria del ultrajador consumado,
del saduceo con lavanda, del latrocinador, del
crapuloso,
del negrero creyente en el rey de reyes.
El esqueleto escoriado del camello no pasa por el
ojo de una aguja.
III
Disfrutaré este instante de nocharniego,
esta gratificación efímera y encarnizada,
de las bragas de las peliforras de las covachuelas.
No poseo un pasado ni soy un predestinado
¿Quién me facilita un plan dorado y deportoso
o una receta expletiva o mistagógica?
IV
Como no me había muerto nunca antes,
fallecer fue engorroso y algo traicionero.
Soy un bisoño paporretero en estas lides.
En esta morgue nadie me dirige la palabra
y desconozco los modos internos, los arcaísmos.
Antes dormía con el ombligo hacia abajo.
Me someterán a rituales civiles y sobrenaturales,
que son un hastío por antonomasia.
Sáquenme de este refrigerador hostigoso y crémenme,
borrándome de todo chip, memoria, repaso y revista
de narraciones.
Requemen mis álbumes, camisolas, indicios y
papelorios.
No volveré a este redondel, menos mal.
Nunca fui, mas soy.
3
I
No es el mobiliario adecuado
en la decoración de la lluvia de belicosos granizos
que caen en esa pampa abandonada
que hoy es el clon de tu arrobamiento untado con
hielos paranoicos.
Tu dubitativa coraza no afinará esa mirada azul
que sacia rencores con arrugas y chafarotes,
sitiando esa espiral con yerros concatenados y
esplendidos.
El campanazo postrero ausculta una inanición con
ese gustillo
a primavera refrescante y eterna.
II
El dolor explica el sentido de la vida,
mas el designio de la vida no es el calvario.
El sufrimiento nos divorcia de lo que es perecible
y un ser desprovisto rendiría su alma a la luz
y el libre albedrío ingresa a una encrucijada
inmortal.
4
I
Todas las nostalgias enlazadas y azadonadas
se reúnen esta tarde en mi sofá de zopisa.
Bajan desde los rincones, neveros y los terrados,
de a una y en filas, con faros, estruendos,
enaguas,
descompaces y otros inquilinos no configurados.
Los vagones que partieron no poseen marcha atrás.
En medio del jolgorio ajeno con risas retumbantes
la melancolía se va a enfiestar, en mi sofá.
II
Los pentamestres huyen de a uno en un poni
y no tallecerá la prebenda
que los reintegre.
Esporádicamente,
comparten un budín sucinto
sobre una fotografía
rancia.
III
No sé si arrancarme por la animadversión que
recolecté flemáticamente semana tras semana, o si quedarme satisfecho con lo
que ostento, que si bien es exiguo, es más que lo de otros conurbanos ¿Soy un
malagradecido o un fracasado más? Si pago los platos rotos, soy yo quien los
rompe. Me falta admitirlo y no victimizarme más. Los que se pasean por mi calle
suben de estatura. Apesadumbrado, golpeo al céfiro con mi karate. Los espantos
ásperos, los fardeles con alambres y las concavidades propias, me importunarán
con sus púas, hasta el estanque de azufre.
5
I
Con su largo atardecer la vida vino y se fue
¿Qué quería? ¿qué ambicionaba la mortinata?
¿qué microbus la paseó por el barrio
y a esta hora, lotificando dones y molleras?
La vida apareció y expiró desprevenidamente
y mi dormitorio es una zahúrda, un entrevero.
¿Por qué fue tanta la prisa en la interacción?
¿hay compromisos devengados en el otro lado
o la sopa se enfría
o son poca cosa sin mí
o me aguarda un refrigerio licantrópico?
El último cirio lo apagó un violoncelo
y el patetismo se suspende en el aire, sobre una
predela.
El osario seglar está a dos cuadras,
¿alguno de ustedes me acompañaría,
mirándose callado la punta de los borceguíes
y con las manos en los bolsillos?
La vida vino y me saludó, y ya no está:
nunca estuvo, nunca estuvo en el tráfago.
Al seguirme, ¿qué conseguirías?
II
Desde acá afuera no se ve nada,
adentro, tampoco hay senderos señalizados.
Soy irrelevante y lo que hago es reumático
¿Quién me suministra de un proyecto vital?
Nada de lo que plasmé es apoteótico.
Al no ser yo lo mismo, ¿soy otro?
¿Por qué recurro con fibras al microcosmos de los
por que?
Mis botas no se aparcan en ningún porotazo
y la modorra tapiza el césped empampirolado
y los albores me son un alfiler en el costillar.
Voy a cualquier lado antojadizamente y vuelvo rápido,
con el salvabarros triturado
¿Cuál es mi canoa, mi libelo?
Me llamo a mi celular y no sé que aseverar.
III
El tumulto pasa y no me avista,
el cernidillo se desata y no me humecta,
Minerva me desahució en el aperitivo,
los caninos no olfatearán mis roñosas vestiduras,
las moscas no reanudan ninguna ronda,
mi comparecencia no modifica el vacío,
la romana continúa tiesa con mi sobrepeso,
en medio de la calle nadie me atropella,
dentro de la jaula el león no me picotea,
galopo y no avanzo un decímetro,
al dormirme no cierro los ojos,
ni siquiera soy el recuerdo en una fotografía.
IV
En el cafetucho espero inanimado el siguiente
minuto,
que pase el siguiente peatón enfoscado,
que caigan las hojas desterradas con naturalidad.
El astro rey mimado continúa arriba,
el policía reitera su trazado con el mismo temple,
el desempleo estancado por la labia no es noticia,
la veterana revista no se mueve del kiosco.
El café se enfría y la garzona no se despeina,
las pechugueras y los menuceles no varían su color,
el alma se escarcha en el suspiro.
V
Soy un amigo solitario de mí mismo.
Como con nada me interpelo, me urjo.
La falta de comunicación es mi sombra.
Me veo y no sé que aconsejarme.
Huyo como un bandolero sin despegarme de mí.
6
La rabia viene aguijoneada y rallada
deponiéndole los dinteles a la circunspección
y a su archicofradía que todo lo reglamenta.
Remitiéndome al socavón desmirriado y bruno
me infringe mamporros y tajos
como si fueran las gotas de agua de una regadera.
Ya instalada, la ira corroe todo el pradal.
7
I
Lo sustancial es la imagen, el grabado, el cariz.
No te tasarán por tus destrezas y logros.
Si simulas bien que eres, eso eres y más.
Si das la impresión de bailar bien, eres Travolta.
En las adventicias y vocingleras polémicas
mediáticas realmente no hay nada que polemizar y sí mucho que discurrir, que
desinsectar.
II
Los perros vagabundos se paran en los refulgentes
barrotes de mi palacio y comparten piadosamente sus sobras conmigo.
Mi helicóptero personal no los embelesa y al
justipreciarme languidecen.
El lujo es un estercolero empingorotado que
encalabrina y engrilla, y todos los angurrientos y marranallas lozanos son
nocentes desde ya, convictos.
8
Los tediosos noctívagos beben caracolillo negro, cervezas
y usanzas por barriles.
Las bravatas con libreto y plantillas no le dan
sapidez al letargo claveteado y la plomiza boite es una cueva de vampiros
liados.
A pesar de las ínfulas de las gruesas cortinas el
fastidio iterativo e interactivo se trasluce con resplandor y las sillas con
dueño aguardan a los mismos.
Nadie es hosco con el vodevil reincidente que agasaja
la velada con números que amenizarían el embotamiento y la acinesia
inoxidables.
Los inacabados bocetos personales sirven de
cuchumbo con el que embuchan candiotas de vocablos gastados por el inexorable
crono de los repertorios raídos.
El humazo postrado es la escenografía del piano
decrépito que interpreta melodías mustias con o sin pianista.
El espectáculo no es la envidia de la
contrainteligencia.
9
Bien peinadita y vestida de ángel para la ocasión, partió
a una casa de muñecas encachada que desdeña los minuteros y las hectáreas y los
turbiones. En su morada prepara roscas y té con leche a los padres que amó a
pesar de las astillas del silencio acibarado y súbito. El orden de llegada a la
chimenea es irrelevante en la niña que voló de rosado al tercer cielo, desde la
yema de una familia ultrajada por un azote cascarrabias incalificable. En este
instante le desabrocha los cordones a Aquel que se sentó a la diestra del Padre
y juega en un columpio con amigos con y sin nombre. Canta risueña y no conjetura
por que. Para cambiarles los pañales, la mamá atravesará el mismo pontón que le
dio una aureola a su hija. La madre redimida y anciana ya exclama: adiós mundo,
hola hija mía.
10
I
De contestatario a vendedor trucho de seguros;
de seminarista engrupido a fornicario rábido;
de quijote a molino recubierto;
de predicador a recaudador de cash;
de joven libre a uno sometido, con un voto de
coautor;
de dirigente político lenguaraz a atracador y
golfista;
de corazón valiente a un cazafantasmas práctico.
Es que el único prójimo soy yo.
II
El egoísmo es: padecer por mí y después por mí,
prescindiendo del desconsuelo de mis congéneres con gambetas veloces y sin
descarrilar ese prestigio retocado en cada plenilunio;
ser dadivoso con las sobras sin incomodarse;
hacerle zancadillas a la piedad y verla caer cuesta
abajo por las escaleras del altruismo;
repartir miajas perfumadas, con tamboriles y una
coreografía estelar;
deducir que los apremios del distrito son un brete
de la casa de gobierno y de los mercurianos;
un iglú estucado con secreciones desabridas;
aguijonear esa apasionada cruzada a favor del
desprendimiento, a través del consumismo y otras celadas de desiguales
cuantías.
11
I
En el sumidero de la incertidumbre y la desventura,
la tristeza se ve mucho más abultada y enlutada.
Las rememoraciones marcan con hierro candente el
sombrío presente.
El devenir, en vilo, es vacuo.
El desnivelado vuelo dentro del hoyo es rasante.
El tango es tu himno patrio y en el mediodía
prendes velas.
Compungido y con manos con pensamientos recusables.
La respiración es el latido de tu desdicha firme.
No comprendes lo que algunos dicen superar.
Las terapias terrestres son inofensivas y Dios
Padre no anhela que duermas en el patio trasero de la casa del perro.
La caravana de las frustraciones carcomen los
despojos de tu paz de paja molida incinerada con nafta.
Eres un deprimido oprimido que no hilvanará ni
contrarrestará las semillas de la barahúnda.
El can te cala y siente lástima por ti.
No mires hacia atrás, hacia abajo o hacia el lado.
Sólo debes mirar hacia arriba y hacia adentro.
Si no despegas tus pupilas de la santa cruz las
nebulosas desfilarán con su batuta al acantilado y a la ansiedad la arrollarán
los élitros de la salvación.
Túneles y pasadizos angostos afloran y se disipan.
Calaveras espeluznantes te estrangulan y tu lepra maquina
odiosidades que avivan con bravura ese descanso amotinado por la crisis
melodramática.
Los juicios científicos no tarifan las
transfiguraciones.
Son incapaces de rentar un albergue colindante con
la Paz y jugar por diez minutos a ser felices, curioseando al pormenor las
losetas del pesebre.
Te desmoronas, y un sol mofletudo te saluda.
II
Todo es hastío, también el estío;
voy por el desvarío, a paso frío;
no soy de la camada, de la hada;
en la cancha, no me dan manga ancha;
en el lecho, camino estrecho;
en la fiesta, no me abren la puerta;
en el desvelo, me arroba el hielo;
del suelo, soy el heredero;
en el despojo, no me miran de reojo;
en mi desván, muchísimos perecerán.
III
El desencanto no se corrompe: es fiable, tenaz,
monoaural.
No se doblega ni por mil zacutos de monedas de
plata.
No se desenlaza ni abdica ni se desjunta,
dando vueltas largas en su monorraíl.
Es un tranvía con muchos vagones con felonías
y con un arcoíris de sinsabores,
que cantan trabalenguas con la boca cerrada.
IV
Cada uno divisó un fantasma, cada uno lo colorizó
en forma sin igual.
Se aparecen con el paso de la novia
y bailan pericote en el confiable aire pardo.
Unos son presentados como luminarias, otros, son la
morralla de la barra.
Cada uno ensalza su vista estelar y pasea a sus
espectros, con donaire.
V
Me transporto a otro yo,
uso la costilla notoria del escuálido,
intento masticar su dieta y nada logro porque el
otro yo soy yo mismo,
una calavera barbián que todavía no se pone de pie
y que diserta con un desparpajo forjado del
existencialismo manufacturado y de los otros maniquíes.
VI
¿Qué es la iluminación sin un faro sobrenatural?
¿qué es de la liberación sin un libertador?
Mi deseo de suprimir mis deseos es sólo un deseo.
La muerte es la gran estación en el tren de la
eternidad.
La tumba es la sentencia ejecutoriada,
la recogida irreversible, la romanza del adiós.
La defunción no es un paria o un disidente.
VII
El mísero hombre nada domina y cuando es el centro
todo es un desastre. Si ya estamos aquí, ¿quién nos trajo?
Somos seres concretos combatiendo la ansiedad, intentando
definir que es la esencia, lo relevante, aquello que es invisible y divino en
el ser.
12
I
Sin metálico nadie se mortifica por ti, ni tú.
El hombre desabastecido es un concentrado
de repelentes, esguinces y pólipos.
Con monedas frescas en la bolsa eres el eje
de la vívida y abarrotada verbena
y no entretallas la soledad
en medio de la farsa.
II
Me vuelvo a sentar
con mis compinches convencionales.
El charloteo redundado no es ameno y todos me
consuelan,
alrededor de este mesón,
de una silla.
13
Me miro de frente, de costado y de espalda con un
zoom, y sigo feo.
Me asusto.
Fragancias, lociones, ropa nueva y balamidos.
Parezco esperpento. Me asusto más.
Seguirán dispersándose las balas y la coprología que
se fatigan por acribillar el Sinaí.
Espejito, espejito, ¿por qué soy un adefesio?
¿Cuánta relevancia hay en ese deseo?
Sauna, pedicuro, un cirujano y un modisto.
No reformo mi facha, ni mi frontis, ni mi perfil ni
mi tejado.
El totalitarismo de la razón se levanta inútilmente
una y mil veces en contra de la desazón agujereante.
El espejo estampa mis despojos, recrudecidos por
las zancadas aciagas y luctuosas del ser.
Un piquete y un paramédico vigilan desde la puerta mi
crisis terminal céntrica y mi magrez multípara.
Nadie apetece otro sepelio preconcebido sin la
resurrección como certeza. Cuando el deseo es el amo, la debacle es el tirano
pertinaz e inmanejable.
¿Cuánta bestialidad hay en el capricho?
14
I
En cada persona hay un solo cerebro, un alma, una
piel, un propósito, una madre y una muerte.
No es posible una reencarnación.
A cada alma se le asigna un cuerpo, un carné, un
juicio final y un libre albedrío.
La reencarnación es fachosa, también la clonación
del alma.
Tú eres una historia.
II
En la otra vida fui un piojo y continúo siéndolo,
por creerlo. Transmigraremos al tribunal del Creador una vez descarnados, con
la conciencia en una bandeja hialina.
El tarot no lo negará, el lamaísmo se abochornará
también.
Siendo un ratón o una cobra no limpiarás tu
iniquidad:
Dios no estará de humor.
Timas al prójimo y a ti.
En la última pasada fui un piojo y seguiré
siéndolo, por mientras lo crea, garantizándose la reencarnación del cretinismo.
15
Algo quiero expresar, y no sé que es.
Sobre ese algo escribiré, y no sé como.
Algo apetezco no oír, sé que es.
Babeo por fugarme de lo escrito sobre ese algo,
a veces no sé como.
16
I
Rígido y melancólico en la otomana,
con la biblioteca nacional entre tus brazos,
tratas de persuadir con ruegos aguzados
a tu alma tronzada y desnaturalizada que vana es la
redención.
El ulular interior no ablanda tu arrogancia consumada
e ideologizada
por la orfandad enmascarada de tu espíritu.
Tus vetustos escrutinios son un goterón que te
empala sin peroratas.
II
Con la resignación consiento que se acabó, que la
ampolleta del techo es el confín, que las ventanas son los únicos angelones.
La lánguida situación es así y es inmodificable.
El mortal es el que se rinde, el deuteragonista, el
que se cae de nariz, el desgranzado, el que cree que volará porque unos pocos
vuelan.
La esperanza juega en contra, con bríos.
Si hay tres mil pilotos y ocho aviones en la pista,
seguramente unos cuantos se elevarán con éxito.
De tanto golpear a la resignación algunos
sobreviven un poco más.
III
Trasgos y súcubos pernoctan en mí,
mas no todos a la misma vez, generalmente.
Cuando no es uno el que fastidia es otro, o las
turbas férreas.
Son los muros mismos de la morada.
Expulsarlos es una tarea de titanes.
Todos juntos, te corrompen entero.
Ninguno de ellos se ejercita en la piedad.
IV
En este gigante valle el único habitante soy yo ¿Quién
poblará los otros cañones y colladías? ¿relamerán otros las constelaciones como
yo? ¿cómo son por dentro esos otros? ¿cuál es la principalía en ellos? ¿cuál es
el emoliente en una recidiva? ¿Mi cuita rompe el molde?
V
El gusano no mastica la nombradía, sólo la ve desde
la platea, a lo más. ¿Quiénes militan en la gloria? ¿los que alzan la copa en
un estadio lleno? ¿Cúanto cuesta? ¿posee una villoría? ¿Cómo compro un colofón
lleno de dicha después del pitazo conclusivo e irreversible?
17
No lo sé, no me pondré al corriente. Frente a la
Palabra aspiro a ser un iletrado. Estrategia ruin para una sobrevivencia fatal.
Huyo en un supersónico de la nueva alianza y soy un mentecato ante las nalgadas
de Dios. En la inhalación del ocaso y de la rabotada, la ignorancia intencional
me socorrerá con un chancero y autumnal salvavidas de plomo. No es procedente
atender el bullicio del reino divino, no me conviene, mis pingajos me
macerarían. Me empeño en ser un lelo inflexible y en un tratadista. Soy
inocente porque soy un bruto bruñido en materias de fe, pureza y samantas. Estaría
excusado, con una defensa final pulcra. Dios, conscientemente no te busco,
entonces, por no hallarte y desinformarme adecuadamente, estaría absuelto y la
cárcel eviterna y almagrada en ningún caso sería mi morada postrera ¿Es válido
enviciarse con la ignorancia simpaticona con el propósito de torear los
electrochoques, condimentos y cananas del mismo infierno? ¿Es factible timar a
Dios?
18
I
Una lágrima con sabor a fe
emprende su vuelo por pirámides hundidas,
procurando desbaratar el agobio con los
enquiridiones de la victoria.
La congoja se sobrepuso al seísmo,
saliendo robustecida, como es lo consuetudinario.
La apaleen o no es irremecible y billones la usan
de lazarillo.
II
Profitando del desencanto, los autogoles se
encaraman unos sobre otros intentando ser el pilar central con un sombrero de
copa y calcetines de seda.
La necedad se fotocopia por resmas mnemónicas y el
cantimpla destapado las enmarca una y otra y otra vez.
III
Camino al suicidio sin morir jamás,
la existencia misma es el mal y el largo
envejecimiento la solfa.
El reto consiste en resucitar la fe.
El alma parida no fallece jamás, el alma redimida
no fallece jamás.
Hay un luminoso puente hacia la inmortalidad
y no está tan lejos como para no comenzar a
marchar.
IV
Lo vomito todo y siempre queda algo, una pepita,
ese resabio imposible de exterminar
porque es una cascada sin fin, desalmada.
No cruzo a la otra vereda.
Estoy engomado y avasallado.
La arcada es mi pasadizo de ida y vuelta,
la basca es el ritmo de mi corazón.
En el siguiente vahído se intensificará el encolado
y los helmintos desahuciados implorarán por mí.
19
Estuve a menos de un silbo de no estrellarme,
de no deslizarme por el barranco irremediable.
No aguanté el postrer respiro en mi salseruela,
el último latigazo y marqueo del test.
Tropecé en el antejardín de la gloria,
en donde las muchedumbres se apelotonan
detrás del personudo tango Uno.
Olí el cejijunto umbral, imaginándome debajo de un
laurel,
a boca de jarro de un reportero chafardero,
en la tapa de una revista, en algún guiness.
Casi no fracaso.
20
I
Soñé que me moría
y que principiaba mi pesadilla.
En mi sueño no soñaba, vivía,
porque no era un sueño
ni moría.
Sólo pervivía mi pesadilla,
de día tras día.
Soñé que vivía,
y que principiaba mi nueva vida.
En mi sueño no soñaba, vivía,
porque no era un sueño
ni moría.
Sólo pervivía mi regocijo,
de día tras día.
II
Cuando la muerte se aburre, nos visita sin llamar.
Somos sus mimados, es que conoce tan bien este
lugar.
Todos somos buenos candidatos, no es necesario
gritar ni llamar.
Todos los días un desarrapado se nos va.
Marchamos callados al mismo lugar.
Nos dan un número azabachado, a todos nos van a
llamar.
Si huyo de esta existencia detractada, otro
calabacín ocupará mi lugar.
III
¿Y dónde está mi cenotafio? ¿el túmulo de la guinda
de la torta? ¿Cuándo el orfeón de los carabineros interpretará a Glen Miller
alrededor de mis huesos oxidados? ¿Por qué el viento pasa de largo, campante? El
cementerio no me condecora ni en mi natalicio ¿Fui un tris irrelevante? ¿un
paso en falso? ¿una pifia del destino?¿un Ferrari sin ruedas? ¿Quiénes marcharán
uniformados a verme? Al segundo después de fallecer sabré si hice mal ¿Va a ser
mi sepulcro ese comentado buen peldaño? Otros ven en su sepelio los días de las
carnestolendas.
21
I
Todo lo desgreña, lo esquilma o lo añeja,
corriendo las veinticuatro horas del día,
con la misma polera y sin mocasines.
Te interpelará y te golpeará con sensiblería.
¿Qué confeccionaste con ella, te preguntará el
míster?
El tiempo es una pelota que rueda y rueda,
incesantemente,
rebasando todo velorio.
II
Arrastrados por trompadas del pasado y acongojados
por lo venidero,
no tasamos el presente, tan extraño y desechable.
En la consciencia, el tiempo es un hilo continuo en
donde el hoy
es un paso lacónico entre los remordimientos y los
anhelos.
El ahora es intenso, el aquí es tangible.
El ayer es irreversible, el mañana impredecible.
La memoria nos devuelve a las viejas siembras con
rifles
y el próximo rosicler es una conjetura.
Detrás de mí se forman las culpas, los síndromes,
las caricaturas del empirismo y el cancón fañado.
El presente, que es un don que separa las eras,
jamás se va, y menos en este momento.
22
I
Me voy.
Me escapo y me voy.
Las maletas las apegué bajo el dintel.
No lo resistí.
Me la ganó, me arrolló.
Disculpen la estadía.
Como fiambre fastidiaré menos.
Aflojé.
Toda humillación es restaurable, todo pasa.
Todo en esta vida se supera, lo mío no.
¿Para qué un alargue?
Una malhadada bala es mi trampolín
a una oscuridad más intensa e inacabable.
Me estoy bajando.
El pie de partida de esta fuga quedó atrás,
en el sanguinolento sillón.
Todo empeora con las llamaradas.
¿Cómo vuelvo a mí?
II
No volveré a suicidarme otra vez,
ya no seré la estrella de cine de las criptas.
No escucharé los sollozos de buena crianza
y a ese misoneísmo, desde mi ataúd inquiridor.
La ambulancia ya no me trasladará a la morgue,
los policías no telefonearán a mis familiares,
nadie más reconocerá mi rostro seccionado.
El periódico no colocará mi nombre en el más allá.
Guardaré la pistola y defenestraré las municiones,
acribillaré esa crisis mortal explosiva,
finiquitaré al demonio como asesor sicológico,
rehabilitaré mi hígado del alcohol.
Daré la media vuelta o avanzaré hacia atrás,
taparé los hoyos negros que me albergaron.
Con los escombros e ingenio armaré una nueva
vivienda,
recomponiéndome, volviendo a nacer, resucitando.
III
La tumba es mi mayor expectativa,
la pincelada final.
La bola ya no rebotará más.
En el cajón me vestiré bien,
con un maquillaje estiloso y circunspecto.
Las lombrices se lucirán, con un buen vino tinto.
No rascaré la tierra intentando volver.
La calma que buscaba resultó ser su antípoda.
23
I
Las orejas me pesan,
a la regadera hay dos leguas aupadas,
las sábanas son de un plomo dulzarrón,
la almohada es parte de mi mejilla
y la campanilla me incita a la ira.
Acecharé las mismas trancas con más telas de araña
y las mismas caras con ojos tapados
que circulan por los mismos pasillos,
comprometiéndome insubsistentemente a no bufar.
La corbata neotérica que ayer adquirí,
de la misma marca y color,
escandallará la nota alta que ni yo notaré.
II
Si usted es un don nadie
es mi compinche, un coligado,
un camarada en la legendaria contienda,
un apatanado más en el itinerario.
Si usted es un don nadie estable,
es un hombre consonante,
un capigorrista identificado con la sirria,
un zorro más en la cazata inglesa.
III
Mírame con regocijo o moriré.
Me desvelo por mis propósitos, por mi devenir.
Cuando me escuchas con atención soy un hombre
exitoso, un faraute. Seguidamente me caigo al cenote.
Yo soy un profesional muy señalado, porque soy yo,
porque se trata de mí.
Si me voy de aquí sentirán el mazazo.
El máximo es lo normal en mí, el destino me
reverencia.
Cuando no soy aquello intento aparentar lo pertinente,
con glamour,
y cuando puedo manipular a alguien lo hago en un
santiamén.
El fondo de la hoya es mi chalé.
Admírame un poco, por favor.
24
El experto nos indica lo que nos duele, con tal
convicción, que ahora sí que nos duele. Este arrechucho no figuraba en mis
fascículos. La comunidad embuchará el mirífico tónico del experto, hasta que
arribe otro más alumbrado y pitoflero. La colerina continúa robusta ahí con el
mismo clisé y otros agnomentos. Los compases de la falsía son regulares. Supuestamente
metido en nuestras sandalias, el experto nos advierte con el pecho abultado lo
que nos duele, con un pizzicato.
25
I
Se bebe el dinero de las polainas de su
descendencia, empinando el codo atenazado al viñedo. Sus manos son un brindis
serial con o sin motivos creativos. Se cree astuto y avispado y no engaña ni al
turnio micifuz del rayano. Antes de pagar las cuentas hogareñas, aparca su
salario en la sacrosanta taberna. Abandona la cantina cuando el vaso evacuado le
es una tara insoportable. Embravecido, se desquita con el pasto. El mal olor y
los connacionales no lo persuaden. Cree que es hacedero hundirse un poco más. Extravió
su autonomía y su porfía sigue intacta. En el bar dobla sus rodillas y su
orgullo, por la restitución del alma no, ni sobrio.
II
Maleó todo lo que fue suyo y debería enjabonarse
hasta la pubertad. Es el gran ciudadano desdorado de la nación y sus
potencialidades no iluminan a nadie. Es una eclosión del predominio de Dios a
pesar de la complexión de mi egolatría. El vicio le cascó y la criatura fue
domeñada. Vaga por las calles opresoras pretendiendo un bollo, un cobertor,
menos apatía estatal y un por que. Revestido de flagelos conspicuos danzantes, su
desmadejada aurora es un desmán que lo embelesa sorbo por sorbo, pescozón por
pescozón. Sortea sin boato esa misericordia que le pisa los talones con un para
que
y el Gólgota.
III
El vicio es un sádico que colinda con un lazo, merodea
en calcetones con presiones y prisiones, coquetea con embrujo y los dados
cargados. Soborna con saña y preguntas metafísicas y no suelta a nadie aunque
le lloren encadenados a la reja. Antes de atacar, ferozmente, se repliega. El
vicio alza su galardón triunfante cuando eres un muñeco salsero de trapos
sucios o la causa de la bandera a media asta.
IV
Vendí la radio y las migas de mi conciencia por una
dosis, por un trompazo,
con la cual me río y me río y me río cada vez que
veo un gato con cuatro pies. Mi ausentismo acapara todos los segmentos del ser,
de la entelequia, de la substantividad. Contrahíce los cimientos, me fume lo
sacro desbaratando esos rayos alfa que conectaban mi cerebro, mi esencia, con
tarántulas que marchan desde mis orejas, agitándome, irritándome,
desorbitándome. De la risotada pegajosa a la apatía y del vigor a la languidez
momificada, con mi voluntad en el pavimento, no infectada todavía con la buena
nueva.
V
Dientes y dedos sucios por ambos lados, un aliento
que demuele a los tenaces. Primera o segunda causa de las expiraciones, condición
física venida a menos. La salud es breve, el bolsillo se empequeñece.
Se muere por fumar.
El que inhala es un candidato en seco al sarcófago
lento y tedioso.
Se moría por fumar.
Cuatro cigarros finos escoltaron su ataúd.
Su deseo fue cumplido a plenitud, con un coro
polifónico y un cenicero de sacristán.
Se murió por fumar.
VI
Aspirando cocaína a nada aspiro.
Con el consumo de la caspa del diablo
mis células cerebrales son un cochambre enalbado.
La diosa blanca no posee súbditos,
sólo esqueletos pintorescos y retobados.
Con el alcaloide las pupilas se me ahogan
y las sombras azogadas escoltan mi andar.
Mi jefe es el alcaide, antes era el alcalde.
Con la heroína me acobardo y tiemblo ante el
prepotente albor.
VII
De bar en bar
voy borrando la superficie de viejos manchones
que brotan con los catecúmenos de la melancolía.
Con un trago más rememoro hasta los trallazos de mi
lactancia,
el bodegón de mis insolvencias chillonas,
lo insignificante que soy.
26
I
Desde el exilio se avista la portezuela
que nadie transpondría en su sano juicio.
La racionalidad no coopera y bermejea
y es el desasosiego el que descalandraja el
inmovilismo,
el entrepaño, el berrueco, examinando de la nuca al
talón
las andanzas y adagios
de la portezuela.
II
Me es infrugífero ejercitarme con abdominales para
el inminente zipizape porque los rivales son cada vez más morrocotudos.
El himno descollado reside al otro lado de la
inmensidad y de los mazazos. El superávit no se estancó en mi finca y siempre
se me adelanta un metomentodo.
Me apuñalean innovando y creería que soy un obtuso
egregio, un saudoso.
III
Si miro la ventana desde afuera el mundo es finito,
porco, malgeniado.
La margarita jura que la florería es una galera.
La jaula le comunica al canario lo que es una
sociedad de castas.
El refrigerador es estimado porque no polemiza.
El televisor es el anzuelo de nuestras almas.
La chimenea calienta lo que se ve del ser.
Las fotografías imprimen el deterioro de los
decenios.
En la ducha mi espíritu se serena, de vez en
cuando.
27
I
Descendía por la escalera mecánica del mall y
repentinamente me avejenté. Los trienios que embaulé se posan sobre mis
omoplatos y mi ideario, y con los otros que ya me amohinaban, me conminan a
sanear mi modus vivendi. Aterido a tres metros debajo del pasto me enrostran el
llamamiento que obvié. Donde moro todo lo sé, al fin, y la política exterior de
este distrito y los alegatos no son numularios ni un encante.
II
Nunca apetecí estacionarme en este lecho tan prieto
y tabicado, ni siquiera por morbosidad virtual. Todo fue impensado y
fulminante, mal improvisado, mal distribuido. El destino me acarreó a esta fosa
a la mala. Me até al último pasamano en vano. Por mi mocedad este ítem lo veté.
En el desayuno era un volatinero y mírenme, tieso como un poste enyesado y
encarroñándome. Sé lo que es la impotencia y la corajina. Choqué tonta y
fatalmente. No fue un accidente, fue una autodestrucción. Yo, yo, y sólo yo
conducía mi vida. El prominente responso fue un escorrozo.
III
¿Los diablos vienen a mí?
¿o ya se alojan con aspavientos en mí?
¿o soy yo un demonio y no me he notificado?
¿o soy yo el retrato de las cuencas de mi ser y
divago otra vez en medio de la niebla dacá?
28
I
¿Retoños de una creación divina o de una
borrachera?
¿semejantes a que sospechamos que somos?
¿Por qué el dulce del edén duró tan poco?
¿aterrizamos en el huerto como inquilinos marcados?
¿es reparable un trapo inmundo con canas?
¿cuál es la maniobrabilidad de la manada pequeña?
¿por qué la gloria en el cielo y de aquí es de
pocos?
¿por qué la bestia se moviliza en un F-18?
¿por qué las tentaciones endilgan todos los buques?
¿quién apretó mal el botón primero?
La santidad es la basura redimida,
el libre albedrío es una perrera,
la decencia es un portento y la gracia es el
salvavidas vilipendiado
con disfemismos e infundios.
II
Adán, ¿eres el culpable o el chivo expiatorio de
este drama cósmico? ¿billones con el pecado adánico sobre sí, sólo por tu
desobediencia y socapa? ¿Qué se oculta detrás de bambalinas? ¿Fuiste el
instrumento de la perfidia inevitable o tu mancha fue el libre albedrío? ¿Por
qué el guionista no fue reprendido? ¿Qué y quién le pavimentó el camino a la
serpiente? ¿El huerto del edén sólo fue una buena intención temporal,
estratégica, preponderante y dilacerante? ¿Por qué el fruto prohibido estuvo
ahí, tan cerca, tan central, tan jugoso? ¿Qué ayuda idónea fue Eva con la
manzana mordisqueada en la mano? ¿El jardín del edén fue una casa o un hotel? ¿La
curiosidad femenina engendró la hecatombe? ¿Estaban ambos preparados
adecuadamente para resistir tanta presión, una gran tentación? ¿El huerto con
el árbol prohibido en el medio y con el libre albedrío en acción y con la serpiente
merodeando y mortificando era ese paraíso tan comentado y venerable? En estas
condiciones, ¿quién sale bien parado? ¿El triunfo de Satanás era patente e
ineludible? ¿Por qué la manada de Jesús es diminuta? Y el preparado hospital
ambulante recibió a los heridos y enfermos.
III
Dios, ¿en una actitud paradójica creó todas las
condiciones para que Adán pecara? El diablo y Eva participaron del complot.
Dios, que tenía todo fríamente calculado se aburrió de la santidad de Adán y
permitió una trampa tan perfecta que el primer hombre simplemente no la
resistió, porque no supo escoger el sendero correcto bajo apremio, en esa gran
confabulación sobrenatural en marcha. Adán, usando su libre albedrío traspuso
la pasarela que lo condujo a unas tinieblas que no conocía y el Creador sería
uno de los culpables indirectos. El libre albedrío es la evidencia tangible de
la naturaleza humana que se estropeó en el huerto y del desastre actual. Todos
podemos regresar.
29
I
El miedo es mi hipodermis, mi blandón, mi ergástulo,
mi gobernalle, circunvalándome. Azorado estoy con: el nuevo período
presidencial; esa carestía de cuerpo tan presente; las socarronerías de los
elfos letrados; el craneo del ocio de avanzada; el geriatra augur; las reformas
estructurales que nunca llegan; el desdén de las sanguijuelas arranchadas en
mí; los radiogramas de la opacidad advocada con sus sartas de aedos y con mi
encastillamiento abizcochado. El viernes me atemorizaré un poco más
abestiándome con el billar y el copeo, y así no me enteraré en cinemascope que
soy un motolito saledizo y pluralizado.
II
Cada vez que me fugo del miedo este me alcanza con
sus tentáculos impetuosos y biliosos y sus replicatos.
Mis certezas son un pigmeo ofuscado y me asusto
antes de la partida y el cambio de plató me complica más.
La confederación de espectros agudos son las cuatro
murallas y el techo de mi jaula, y soy el bongosero ilustre de los descalabros.
No correré otra vez para no tropezarme y los
saetazos me engoman al suelo infecundo.
Los síntomas me paralizan y me postean y al más
mínimo empujón me derrumbo, ya que la última pateadura de la ringlera no fue
imaginaria ni concisa ni complaciente.
El miedo toma el mando de mí y me remolca por
callejones escorchados con teomanías, maquillándome para el próximo culebrón
brioso.
A la fe que vive en mí le da vergüenza gritar por
el altoparlante su optimismo de hollín.
30
I
No habría salvación del alma, por eso estoy
empantanado.
El sepulturero guarda de a uno a sus caseros
de cara larga y nadie se apresura por acompañarlos
a sus cabañuelas carmesíes y estrenuas.
Mi discurrencia levantó un paredón
alejado del inri y mi fuero interno clama por un
trabuquete.
Y habiendo rescate, yo me hospedo en este chamizo
pocho,
por las mías, condecorando a los cuervos
relumbrantes.
II
Me cansé de fatigarme tanto, atrancado en esta
luctuosa esquina.
Otro weekend más y seré carnuz, por centésima
octava vez.
Mis progresos recorren una circunferencia
y cada pelo mío que deporto marca un baquetazo, una
vuelta,
y la zangarriana rebalsa mi adusto ser.
III
Esta existencia es inadmisible:
nada encaja con nada;
todo desvelo trascendente es prescindible;
la desazón es la consigna del crepúsculo;
partirse la cabeza desentrañando es una majadería;
el más allá mueve las piezas a su antojo.
El optimismo árido ve algo de lógica
en el tránsito del hombre por esta parodia
y como guinda de la torta,
mi fin es incierto.
IV
Otra vez descendí al barranco,
los muebles y utensilios se desperdigan por el
piso,
el estremecimiento nada dejó en su sitio,
las farolas se apartan de mí,
nadie recoge mi alma.
V
Años antes de bajar al féretro ya estaba muerto.
Mi espíritu nunca resucitó.
Fui un ser errante, sin destino ni gloria,
en donde mi vanidad tomó esas decisiones
que me trajeron a este tribunal
en calidad de malhechor rematado.
31
I
A la depravación que es absoluta
no se le escurrió detalle alguno.
Ninguna gota se le quedó en la botella:
todo pétalo fue masacrado.
A la salvación que es absoluta
no se le escurrió detalle alguno.
Ninguna gota se le quedó en la botella:
todo pétalo es redimible.
II
¿Cuál es la apariencia del Absoluto? Sea quien sea,
estamos coaccionados a ser siervos de Su voluntad o sufrir, y entonces la
libertad sería un mito, porque si elegimos lo que el Absoluto no anhela, nos
condenamos irremediablemente, con desreputación
¿Todo es un chantaje divino sin salida?
¿Está predestinado un hombre que puede escoger?
Dentro de esta pía extorsión poseemos libre
albedrío.
El salvado libremente, es un reo del paraíso; el
descarriado libremente, es un reo de la fogata. Dios nos intimida con toda su
celo santo: “o me alabas o te descuartizarás tú mismo” ¿Cuán edénico es ser un
galeote del Absoluto? Ya sabemos que no serlo es calamitoso. Ese Absoluto tan
inmenso y aplastante no sería un ser tan distante de nosotros, porque también
soy esa partícula que es un elemento más del todo, del Absoluto. Entonces
regresaríamos a Él, a casa ¿Cuál es la escalinata al nido, al esplendor? No
somos fantoches cósmicos y si hay libre albedrío optaremos por uno de los dos
caminos posibles plantados en el categórico huerto del edén.
El indiferente sigue la huella de la infausta
naturaleza caída.
32
I
Consciente estoy que aquí estoy, de que soy, y de
que el camino recto es uno, sin homologías ni parangones ni descargos. La
dermis, la percepción, el criterio, la moralidad, la sed de luz, la expectación
y el olfato, forman fragmentos constitutivos del ser. Suplicando vigorosamente
por más yerros, las toxinas de mis bajas pasiones aclaman mis carnalidades a
estadio lleno, descolmillándome. La trascendencia es un diamante en bruto y el
mal se identifica con varios floreos, pasavantes, caretas, deganos y marcas
afamadas.
II
Intento desvincularme de mi alma abarrotada,
que es el timón dadivado, mi azotina.
Ambiciono olvidarla en la francachela.
El cuero no la arrullará y su sino son las calles
de oro,
no la discoteca, las cartas, la gazmoñería o la
autoayuda.
Adherida a la tierra es un quiltro con eccemas.
Alma mía con disfagia, ¿quién no eres?
III
Es el peso de la existencia en sí.
Cada alborada es un round con un ojo en tinta,
cada jornada una pesadilla.
Mi fe en el Todopoderoso es irrisoria,
mi currículo de devoto es una vergüenza.
El peso propio de la existencia en sí nos abate.
Una mediocridad estable sería la beata esperanza.
33
Mi individualismo es un manchón, y el del imperio
es una tragedia.
El estómago lleno denosta al vacío.
El apellido te da la butaca que te corresponde.
El sumidero y el senador son insustituibles.
Cuando la familia se sienta en la cena
el ausentismo supera el cincuenta y un por ciento.
La contundencia ética de un relativista es
inmutable
como el clima de Illinois.
El liberalismo moral es un totalitarismo tapado con
espinas
tapadas con rosas.
34
I
En mi casa y en mí no soy el amo.
Vivo solo y la soledad es el amo, y no vivo.
Relincho por mis ataduras porque habría nacido
libre.
Me parieron con el halo de los lascivos, de los
tercos, de los fumadores,
de los raposos, y se erige una galería con mis
lepras y patinazos.
La agonía es el capitán del navío.
II
Nacer es un problema, expirar también.
Residir aquí es un quilombo, claudicar también.
Ser obediente es complicado, ser un sublevado
también.
Ser padre es dificultoso, ser un hijo también.
Bailar zarzuela es intrincado, cantarla también.
La juventud es revesada, las arrugas también.
III
A cualquiera le pasa, en un día y hora
insospechados,
sin intolerancias ni desvaríos.
De todo sucede, todo acontece.
Y si soy parte de un reparto en la desventura que
comparecerá,
no culparé a ese ángel de la guarda
que ya ni me habla.
35
Con el conjunto de los sentidos atrapo el reino de
Dios, por la fe,
sin las ironías y dudas infundadas de esa razón
que actúa como si fuera un
califato independiente, soberano y dispensado.
Antes y después de creer, pienso.
El razonamiento hondo edifica la fe consistente,
y la experiencia espiritual es su sustancia.
Dios no posará para una probeta.
36
I
Los padecimientos van liquidando al narcisista ya
que ser un simple mortal es chocante.
El ser traspasa el umbral a la fuerza, es parido
sin pedirlo, envejece sin evitarlo y se castiga todas las horas, por subyugarse
a los atronadores antojos del ego.
Copérnico puso a la luz en el centro y la altivez
insiste en que es el ser humano.
El díscolo subconsciente es el mariscal.
El vacío interior es la evidencia aritmética de que
vas por el carril del horror.
El Padre se expresa mediante el Hijo.
II
El individualista idolatra el aplauso,
el reconocimiento expreso de los vecinos,
la adulación del peatón, del costeño.
Cuando él es el centro del trajín, todo es
convencional, satisfactorio.
Le falta amor para amarse a sí mismo,
y por eso los otros nada rasparán de él.
37
I
Como mi ser no posee rumbo me concentro en:
los coitos ajenos y en los profazadores de la farándula;
las cervezas y las resacas de los futbolistas y
cantantes;
las peleas del barrio y de los otros continentes;
el doping de cualquier famoso y en el cohecho del
ministro;
las amantes del jefe y del párroco;
las entarquinadas de manual del supremo gobierno;
las páginas policiales y de coqueterías;
los guiones de los novelones y de los diputados;
las pifias e infortunios del prójimo;
las arrugas de la vedette y de las lectoras de
noticias;
la interminable pederastia y codicia eclesiásticas;
los rumores prodigiosos perfilados y en las coimas
gigantes;
en las propuestas de los levitas del progresismo.
II
Soy uno más,
uno más que no observa el cielo pío,
un seso que piensa lo ya pensado,
un ser anónimo de excelencia,
todo un insignificante personajillo.
La pobreza de mi ser desbarató el sendero.
Nadie desea imitarme, ser igual a mí.
Los galardones nunca han visto mis ojos.
Si es que vine, ¿quién se enteró?
38
¿Por qué tanto talento para traicionarnos?
Mis consecuencias están en verde,
me conozco más o menos bien, hace años,
y me hablo con propiedad.
Me timo con sutil destreza,
desdibujo la gruesa realidad con pinceles
y critico al prójimo con desparpajo.
El autoengaño me sube de categoría
y salir desnudo a la calle es lanzar por la borda
mi lar de humo.
De tanto mentirme, me creí la farsa
y la promoví como la conclusión de un sabiente.
¿Por qué tanto talento, maduro?
En la comarca de lo imaginario soy menos infeliz, a
ratos.
39
¿Cómo llorarlo? ¿cómo llorarle?
¿cómo decírselo? ¿cómo decírmelo?
¿cómo gritarle? ¿cómo gritármelo?
¿cómo localizar la traba, el óbice, el veto?
¿cómo cruzar tan amplio y tumultuoso río?
¿cómo procurar el auxilio preciso y hercúleo?
¿cómo se avanza hacia adelante notoriamente?
¿cómo quemo las espinas, sin un incendio?
¿cómo lo agarro del cuello sin fallar?
¿cómo identifico mis ingentes burradas?
¿cómo ahogo la animosidad sin pesiar?
¿cómo prendo la vía a la isla de la fortuna?
40
Si la mayoría se va al infierno por no aceptar a
Cristo Jesús en su corazón, es Satán quien gana la batalla por las almas.
Si Lucifer se rebeló alterando en parte la agenda
de Dios es porque posee un peso temporal permitido, capturando el temor de las
humanidad.
Si fue el primer hombre quien traicionó a Dios es
porque el modelo original venía algo averiado.
Cuando Dios creó a Lucifer creó a un judas, y
cuando creó a Adán creó a un judas, y cuando creó a Judas creó a un hombre, al
hombre como es.
Si Satán zangolotea y obtiene trillones de triunfos
es porque aún posee una cuota de poder, perecedera, sobre las almas libres
¿El libre albedrío fue un divino error figurado, proyectado?
41
I
Dios, no me azotes más, con ese cariño tuyo. Déjame
en paz, sin condenarme. Dame un arma que me permita prosperar por las mías y
piérdete de mi vista, sin furores, y terminaré luego la densa labor que me
encomendaste. Si ligado a Ti no sucede nada, por lo menos autorízame a
marcharme tranquilo, sin acumular más resentimientos y bochornos. Después de
tantos años no me digas irónicamente: “ahora sí te prosperaré”, burlándote
píamente del que te creía en todo. Dios, no me vengas a recoger otra vez, para
remitirme al santo basurero, otra vez, como una prueba más al justo o medida
disciplinaria, otra vez, una y otra y otra y otra vez, cien veces. Si no
pudiste o no quisiste en veinte años extirpar en mí la traba que impedía la
bendición, por algo será, mas no tomaré conocimiento de tus autoimpuestas
limitaciones y dañinos devaneos. Me iré a casa con la salvación adentro tratando
de no descarriarme, de no insultarte más. Sé que soy yo el equivocado, mas no
te creo. Si fuera por mérito, ya estaría liquidado. Dios, discúlpame por no
tener la paciencia eterna de los incautos leales que te lo celebran todo. No
negaré jamás la Encarnación ni la Resurrección, mas habito en el fangal de esa
fastuosa mediocridad y pienso que ya no me sirves para mucho más ¿Cómo suspendo
la militancia sin perecer? Dios, eres un gigante bueno, mas yo no lo noto. Dios,
aléjate un poco de mí sin palizas ni rencores. Ya no me interesa ser un siervo
de Jesús así y lo producido ya sería dignamente suficiente. Ayúdame a prosperar
hasta donde puedas y apártate de este ratón herido, de laboratorio. Sé que soy
yo el hereje, mas renuncio, respetuosamente. Sólo Tú puedes soltarme de tal
manera que ya no me sienta un chucho sarnoso. Terminemos con esta farsa, sin
más arañazos. Luchar contigo es una tragicomedia, además, siempre ganas todas
las peleas, aunque te demores ¿Qué siquiatra comprenderá tu raro comportamiento?
¿Quién advierte tu infalible conducta?
II
Perdí mi primer amor a Dios yéndome al hoyo con el
credo y todo. El retorno y el trayecto son tan malsonantes como lo grande que
fue la ingenua ilusión de ese primer día en que me postré ante Él. Dios en Su
palabra promete y promete, mas cumple cuando se le da la gana, cuando la vida y
los años han pasado. Sí, mi entripado y piel lo ven así ¿Por qué Dios no
eliminó de mí y de un solo golpe esa petulancia que me impide ser bendecido de
veras? ¿Por qué Dios se demora decenios, jocosamente? Las frustraciones del
discípulo son desgarradoras.
III
En el fondo de esta cacimba se me traspapelaron
todas las dilucidaciones.
Una prótesis me mantiene con aire.
Lo escarbé todo y me caí igual.
Prendiendo velas blancas y masticando salmos con
sumisión,
me apagué por todos lados.
Por confiar me estanqué aquí y así.
Mi esperanza estaba en esa azotea luminosa
y mis pies los clavasteis en el lodo.
Dios te machaca con amor
porque es muy necesario.
42
El que nace pato muere pato y los cisnes navegan en
las vesanias bellas. La temporada de caza de cisnes es constante, y si bien
sobreviven algunas cucarachas, el rey de la selva no se entera ni se inquieta.
Si eres un cisne y pareces un pato, los perros te atacarán por tu apariencia.
La cautivante belleza exterior prevalecerá sobre la sustancia, la laboriosidad
y los oratorios.
43
Embelesarse con los placeres es comprar dolor a
crédito.
Eludir los bultos esenciales es pedirle una hora a
la angustia compacta.
Postergar al Redentor con astucia es sentarse en un
cajón de vidrios.
Creerse autosuficiente al despertar, es avanzar
hacia el cenagal de la impotencia.
44
La fotografía cerca de mi cama me canta,
me relata su día.
Abro los ojos y continúa riéndose.
Ahí no envejece ni se desanima.
Oigo su voz en la casa, sus pasos y ruidos en la
reja.
Desde la fotografía pretende envolverme, tranquilizarme,
contarme que engorda bien.
Yo, me propongo ingresar al retrato
y cocinarle esa pizza que tanto le gustaba.
45
I
Morirse es un boom, un notición, bañarse acá
todavía no lo sé.
Al juicio final me desplazo tan lento, que de
seguro no llego atrasado.
Si bien mi funeral presentaba buenos augurios, no
veo ningún gaudeamus.
Yo creía en Dios todos los días.
Nunca fui un divergente de las luces del diablo, nunca.
II
Soy un cadáver en un pantano que no descifro,
en un cementerio que no es el mío
y que me cubre con su capa atándome al tobillo.
Resucito a ratos,
cuando los días son muy calurosos.
Vivo sin mí, en mí.
46
I
Me apego a los sentidos, me enemisto con el
Creador.
Me adhiero al tormento, abrazo la precariedad.
Una debilidad, una sola tentación,
es el embrión del desbarajuste entero,
de la debacle.
II
No hago lo que quiero hacer, hago lo que no me
gusta.
Hago lo que puedo y no podría hacer más.
Quiero poder hacer más.
Puedo hacer más si quiero, si lo pretendo,
aferrándome a mi sueño como si fuera ya la
realidad.
Cuando tengo lo que quiero a veces ya no quiero
tenerlo.
No importa lo que suceda, siempre falta algo, ese algo.
III
Con el Renacimiento Dios regresó a su trono
celestial y el ser humano ocupó su lugar.
Una vez con el hombre como centro del cosmos se santificó
la naturaleza humana.
Las miserias se ensalzaron y reinan.
El genuino renacer es otro.
47
Te creo y no te creo,
no te creo nada.
Tú no crees en nada
y no te creo,
y tú tampoco no te crees.
Tú crees que no crees,
eso es lo que tú ardorosamente crees.
Y esto que tú crees,
es una tenaz y roqueña creencia.
48
¿Sobre qué meditaba el ser humano media hora antes
de caer?
¿qué degustaba antes de descomponerse?
¿cómo se desembaraza de la siega materialista?
¿qué le da al espíritu esta modernidad?
¿cuál es el poder destructor de lo profano?
¿cuál es la histórica plusvalía del relativismo?
¿por qué el progreso no incluye la paz interna?
¿por qué todo salió engarabitado y amargo?
¿qué es lo penoso de la moral objetiva?
¿cuál es la vía a la armonía traspasada?
49
De los que fallecieron, ninguno pretende regresar. Me
lo comunicaron el lunes. Es que recular es inadmisible. Un año muerto es un año
irreversible. Usar la insignia del liceo otra vez es una fábula. El ayer es
melancolía, un caso cerrado, un espectro vívido que te transporta con retratos
y voces a episodios ya editados. El año nuevo es una sustancia que desmenuzarás
sin agnosia alguna. No llores más.
50
I
Pienso y sólo pienso: intentaré avanzar algo esta
vez.
De una pregunta germinan cien vacilaciones más y en
todas las direcciones:
me piso la cola con mis dos talones.
Me doy vueltas en lo mismo.
Más allá nada hay, estoy casi seguro.
Sólo pienso, sólo razono: no hay nada más
¿Para qué más? ¿qué más?¿Más?
II
Cuando era joven
caminaba solo por las calles,
yendo a ningún lugar.
Soy un adulto con esposa e hijos
y transito por las calles,
yendo a cualquier lugar.
51
I
La ética es de etiqueta, del deber.
El hombre es intrínsecamente descarriado.
Si no trasciendo mi alma se hunde.
Venerar al hombre natural es un delirio.
El hedonismo no le da sentido al dolor.
Conoceré el evangelio, haré discípulos y le
esperaré.
La razón jamás será un reino autónomo.
La experiencia que parece imposible no es tal.
II
La intención es un derivado de la estructura moral,
una reacción espontánea o planificada de la fibra ética que habita en ti y que
te manifiesta. Ser fiel a mí mismo es ser fiel al que me creó, al que era y que
gobierna, antes de la materia. Cuando el yo renuncia a su herencia las
posibilidades de asomar la nariz se incrementan. La experiencia mística genuina
es la evidencia empírica. No es objetivo rechazar la objetividad, recuperar la
pureza del principio es hacedero. El desapego a la filosofía moderna es
apodíctico. Esconder la cabeza frente a lo que es sobrenatural es una actitud
universitaria y chic. El escéptico es un boina negra del a priori. La
consciencia es una bandera más de la realidad. Terminada la vuelta mil
continúan anhelosos. La exquisitez viene de afuera.
52
Doblé la esquina
y me tropecé de frente con mi vida
y me puse a gemir y apetecí huir, mas no pude.
Me venía a buscar sin piedad.
Me fue irrealizable divorciarme de mi vida.
Siempre lo es.
53
La chifladura nos recuerda vívidamente
lo tedioso que es la tanta normalidad.
El amor y la fe son santas locuras.
La racionalidad pura no produce dicha.
Acercarse a la locura es danzar en el aire
osadamente.
La razón sólo explica lo patente.
54
Cambié las puertas, ventanas y el mobiliario
y la casa es exactamente la misma.
No se alteran el domicilio, el sentido.
Modificar la cáscara es trivial.
No se ve igual, mas no hay variaciones.
55
Mis temores ya no son los mismos, han evolucionado
considerablemente. Mi último temor fue asesinado por uno más inmenso y
pensativo.
A veces tres o cuatro aprensiones se fusionan y
forman un equipo multidisciplinario.
Algunos son de vanguardia y me dejan un mes sin
dormir.
Otros sustos son de bajo perfil.
Cuando mis miedos y frustraciones son citados a un
concilio ecuménico, entro en pánico.
56
El vacío existencial, el vacío vital.
El Creador cada vez reside más lejos.
Con la distancia la agitación aumenta.
La ciencia no delineará al Gran Arquitecto.
Me hago a mí mismo, me endioso.
La música relax y las terapias no me despegan del
suelo.
El ateísmo práctico es un paradigma con lepra.
Dios existe y actúa como si existiese.
57
La voluntad es un miembro del alma, que capitanea
el ser.
Fue diseñada con el propósito de trascender.
La voluntad erige tu eternidad
desde un presente que eligió
que autopista seguir.
58
La caverna de Platón es mi templo,
mi casa con pan y agua,
mi abrigo de carlancas y sombras.
El alma se somete, no se rebela.
La restauración requiere valor,
nadie está obligado a abrazar la verdad.
Si existe la cadena es porque la libertad es una
posibilidad.
El inmovilismo es la paz del carcelero,
la claudicación es el motor del orden establecido.
La institucionalidad de la caverna todo lo cubre.
El pánico prevalece.
59
Asumí con bríos mi autonomía y me extravié.
Mi razón avanza sin una linterna.
Grité mi libertad y me asusté.
Estoy en un agujero y sin cordeles.
El atrevimiento me salió caro.
El conocimiento es excesivamente limitado
y no te mostrará senderos ni esperanzas.
El espejo no lo confesó todo.
60
Los remordimientos se presentan en mi mesa
y no los desdibujo.
Son tantos como las canas
y no logro ordenarlos.
Me recriminan y yo los tapo,
con el mantel.
61
La invención te alaba ridículamente,
te invita a creer burradas, te endulza.
La verdad es un fierrazo en la cabeza sin
consideración alguna.
Más horas te enganches a la falsedad más te dolerá
la mollera.
La mentira tarde o temprano resplandece sola.
62 paráfrasis
La duda es una prueba del pensar.
Dudar es pensar, pensar es existir.
Dudar es empezar a existir.
Terminada la duda nace una certeza,
un nuevo existir, un nuevo ser.
El pensar se subordina al nuevo ser que germina,
la duda al nuevo pensar.
63
Sufro porque deseo, por lo que deseo.
Deseo por apegarme a lo terrenal, y no me elevo.
Sin meditación y plegarias no hay iluminación.
Desear es llorar, nacemos llorando.
El círculo vicioso se corta con una vela en el
alma.
El sufrimiento te lleva a la muerte de ti mismo,
a la negación de ti mismo,
al desprendimiento, al sometimiento.
Padezco porque no creo, porque no veo.
La luz golpea una ventana sin cortinas.
El hambre de Dios nace del deseo.
64
La plenitud no la genera el pensamiento,
la razón carece de municiones.
El pensar es una rimbombancia de la profundidad de
tu alma,
un reflejo leal de tu interior.
La felicidad es un vástago de la transformación.
Este libro: “El corolario de la duda”
Del blog antología: “Las sotanas de Satán”
JAIME
FARIÑA MORALES
ARICA-CHILE
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