domingo, 26 de marzo de 2017

BESOS CARGADOS DE RESIGNACIÓN - MICROCUENTOS SON

Adolfina era adinerada y muy educada. Su padre era un empresario reconocido. No era millonaria mas por su buena situación económica accedió a la mejor educación que incluía clases de piano, viajes al extranjero y los buenos modales. Pretendía ser profesora con el propósito de ingresar al negocio de la educación. El padre planeaba comprarle un colegio particular, a pequeña escala al principio. Sí, Adolfina era un poco obesa y carente de hermosura. En cambio Paolo era un galán en la Facultad de Pedagogía y vio en la simpática Adolfina un futuro prometedor. Era tan pobre que no resistió la tentación de enamorarse de ella. La madre tenía la remota esperanza de que todo terminara al concluir los estudios. Apenas encontró empleo como profesor, recién titulado, le pidió la mano a Adolfina, que aceptó de inmediato. La madre casi se desmaya y el padre casi la deshereda. Aceptaron la boda a regañadientes, sin apoyo económico. Por medio del clásico subsidio Paolo accedió a una vivienda en un barrio humilde, con gente demasiado común. Ella lo amaba mas no toleraba las costumbres o exabruptos de los residentes. Escupían en la calle, ponían la radio con un volumen elevado toda la noche, no limpiaban la caca de los perros y mil más. Adolfina tomó la decisión de no entablar amistad con los vecinos y menos participaría de los regados cumpleaños. Esperaba un golpe de suerte o algo así. Todos la conocían por la vecina que nunca sonreía y que a veces saludaba, sin entusiasmo alguno. Era demasiado seria, tosca. Lloraba en silencio mientras interpretaba a Mozart en un rincón de su pieza. Con el tiempo recibió alguna ayuda monetaria de los padres por el nieto que nació y nada más. Con Paolo no hay dificultades. Nunca vivió en el barrio alto y en música clásica es un ignorante. Como defensa central del equipo de la villa funcionaba mejor. Al final Adolfina nunca se acostumbró a relacionarse con la gente común. Se sentía incómoda de inmediato. Era muy educada. Adolfina estuvo más de cuarenta años sin sonreírle a los vecinos. Su taciturna alma se deprimía con facilidad. La madre de Adolfina tampoco sonreía demasiado cuando su hija la invitaba al cumpleaños de Paolo. Lo único que exigía la madre es que nunca fuera invitada a celebrar los aniversarios de boda de Paolo y Adolfina, que nunca se divorciaron. Ella lo soportó hasta el final, estoica. Cuando una vez el padre de Adolfina vio la liquidación de sueldo de Paolo comprendió de inmediato la tanta melancolía de su hija, que iba a ser empresaria.


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La antología de blogs LAS SOTANAS DE SATÁN es una querella eléctrica a las imágenes impías teológicas, políticas, filosóficas y culturales que habitan en la mente, en el alma y en la realidad, y que nos adhieren a la desdicha, al desencanto y a los equívocos férreos. JEFM. eliconoclasta63@gmail.com