Ella era una
joven atractiva y moderna. No quería casarse ni tener hijos. En la prestigiosa
empresa que trabajaba como secretaria ejecutiva le permitía conocer hombres
atractivos e influyentes tales como proveedores, clientes, asesores y otros.
Con sus veintidós años comenzó a aceptar las invitaciones que catalogaba de
interesantes o emocionantes en buenos moteles o en viajes al extranjero como
varias veces le tocó en vacaciones. Varios quisieron arrendarle un departamento
para que sea una querida oficial mas ella rechazaba toda relación entre el sexo
y el dinero, como se lo enseñara y recordara su madre. También rechazó cheques
y sólo aceptaba regalos. Alexia era severa con algunas normas. Esa década fue vibrante
y triunfante si hablamos de hombres, que fueron muchos. Sus amigas sentían un
poquito de envidia por su buen empleo y sus conquistas de hombres guapos o
adinerados. Por alguna razón nunca tuvo una propuesta de matrimonio que valiera
la pena. No se iba a casar con un fracasado o con un mediocre porque su
prioridad primera era morir soltera. Con sus treinta y seis años todas las invitaciones
de calidad se terminaron. Las nuevas jóvenes se vienen con todo, con más
atrevimiento. Subió de peso y su sonrisa coqueta y persuasiva la había
abandonado hace rato y no siempre estaba de buen humor, por un problema en su
rodilla. Ahora es ella quien invita y se regodea poco. No importa que el motel
o la discoteca sean mediocres, ella quiere quemar los últimos cartuchos que le
quedan. Se dio cuenta que ninguno de sus acompañantes babea por ella, como en
sus tiempos de gloria. Con sus cuarenta años no enloquece con nada, la noche no
posee ningún sabor y ve los días pasar de a uno sin novedades en el frente. Todo
es igual, todo da lo mismo. A la empresa llegó una veinteañera sexy llamada
Selma que se ríe y los varones tiemblan. Alexia sabe que su nueva competidora
ya la venció. Es el relevo natural del ciclo de la vida, de los amoríos. Selma también
no se quiere casar ni tener hijos y su gran objetivo es disfrutar la vida
intensamente y aceptó gustosa que su amante casado le pagara un departamento
que amobló con su pasión. La nueva generación posee menos escrúpulos y más
ambiciones. Cada vez que Alexia piensa en su vejez visita a un psiquiatra que
está a punto de convertirla en drogadicta, con tanta pastilla.
Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN
http://lassotanasdesatan.blogspot.com
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