domingo, 27 de marzo de 2022

ES QUE NO LO PUEDO CREER - POEMARIO 2022


       1

I

El dogma de la fe nace de la gracia de la fe,
el de la incredulidad nace de la desgracia de la altanería conspicua.
El no matricularse con ninguna afirmación es el más truculento y chuchumeco de todos los dogmas.
El siempre deplorable y árido ateísmo es la expresión espiritual máxima de la arrogancia.
La fe en el Redentor es inconmensurable y sublime y se cuelga al culmen del gozo de un solo estacazo.
La razón ha rayado su chiquito campo de juego con un abismo insondable y melodramático, habitando en la pigmea y desoladora caverna de lo posible, lo probable y lo mamarracho, blasonando.
En aplaudir lo que los intelectuales loan y en masticar lo que el gentío rumia no hay significación, fanales ni vomipurgantes.
El sordo más espeluznante es el pensador presumido con una parlería de manso y humilde y escrupuloso.
La inteligencia solitaria siempre termina en esa flamante sima desahuciada, agobiada de homenajes, condecoraciones, perforaciones inciviles, partidarios naufragados baturros y pordioseros engominados.
La razón y la fe forman esa yunta que te arrastrarán a la santa cruz y a los anaqueles, a la complacencia y al cabeceo al filo de la navaja, a la cueca bien zapateada y a las pajuelas prendidas.
Sin fe, las semillas son semillas,
con fe, contratarás un cúmulo de cuadrillas de guardabosques.
La razón es un círculo vicioso menguante ermitaño dedicado a evadir la emancipación del alma, mediante las más sesudas maniobras, enlabios y portazos reincidentes.

II

La fe no es: el refugio de los cobardes y pisiricos; la panacea de los enclenques fogueados; la excusa de la injusticia cometida; la adarga de los estultos y perdedores.
La fe es: arriesgarse a tenerle fe a la fe; acoger al Verbo encarnado con un corazón de mantequilla; es ser honesto con aquello que no ves y presientes; intuir y actuar.
Los valientes pegan su dedo al timbre de la verdad.
La fe en el Manumisor te destierra de la infelicidad.
Creo, luego existo.
Creer primero, para ver y sentir la evidencia,
y saldar así la gresca de los siglos.
A través de la epistemología y el raciocinio los tontos y analfabetos quedarían excluidos de la posibilidad de acordonarse al candil.
El medio ecuánime y alcanzable por todos
y en igualdad de condiciones es la fe.
Cualquiera adora a Dios, es juicioso.
Amarle es más que empapelar la oquedad.
La contumacia es más granítica que la curiosidad.

III

Fe y razón juntas o ¿duda y sinrazón?
La trascendencia como tal sería inadmisible, un pegamento de chiflados descalzos, una aventura desde el más acá.
A continuación del salto vivificante es esquemática, proficua y pulquérrima.
El hado de la duda locuela es la fe y el de la razón es inquirir con avidez y una mente abierta a los vulturnos, de quien es complemento y por qué resopla desinflándose, en cada caramanchel y merendero.
¿Cuál sería la razón del no ser de la razón?

IV

La razón se divorció de la fe: el hombre es libre y posmoderno.
La razón arrastró al ser humano por los recovecos del oro de los tontos, rescatándolo de cadenas que no poseía, ofreciendo una paz bañada en sangre, de broza.
Y sólo estamos a mitad del camino y ya la diosa razón nos lisia con la desesperanza, el nihilismo, las tarquinadas, la sandez dura y otras boscosidades dispares.
La razón se distanció de la fe y el hombre quedó encarcelado
a deseos torcidos en el arenal de las miserias.
La ansiedad señorea telepáticamente.

V

El despotismo sublime de la agudeza,
la intransigencia insuperable de los progresistas,
el absolutismo del humanismo laico,
los trastrueques del que no pestañea,
los amartelamientos del misacantano,
los berenjenales de la incoherencia anunciada,
las pestañas postizas de la zarabandista,
la intolerancia de los tolerantes,
el trasudor del pyme,
los mechoneos y mecimientos de artemisa,
los orinales del deseo.

VI

La capacidad no posee moral ni patria y sí devotos fanáticos.
La divina razón reemplazó a la divina religión.
Maquiavelo fue el segundo maestro, el papa el primero, con principios desligados de toda moral, que se subordinan a los vientos que soplan.
No hay mucha luz cuando se critica la superstición y la perversidad extremas.
Todos los hijos terminan ofuscados y atrapados en su lógica sin pilares.
La descomposición mental cadenciosa es la madre de todas las edades de la Razón.

2

I

La rebolluda realidad del alma es la corporeidad de la siquis.
Es el vicariato, su ecografía.
El inerte espíritu humano es el vocero del Creador.
¿Por qué la larga siesta del delegado es tan pesada que ni mil besos de una princesa azul amartelada lo desadormecen?
El apoderado aguarda en un subacuático encallado las instrucciones de la voluntad, fumándose una zozobra que se hincha más y más, enganchada a un ideal con racimos de interrogantes perennes, irritantes, esferoides y pasilargas.
La vida reanimará al portavoz y la juerga incesante será la credencial pechiblanca.

II

La razón lo invita a un mundo ideal y a su voluntad la atrapó un embuste pulido por los linteles de las suspicacias altivas. Su ideal, por ser un imposible, es caricaturesco ¿El cigoto de la razón y del perfil del materialismo son la absurdidad, el azar, la petera y los motetes de cada corcho, bornizo? La cognición y el jumento no poseen luz natural, ni discernimientos ni cargos de conciencia, y ni siquiera es ciega, obtusa o tremebunda. Sólo es el reflejo del alma, del ser. La mente sola es una linterna sin baterías, un funeral altisonante sin un cadáver.

III

Sí, el hombre está desamparado y botado en el basural
como un quiltro con lepra, desde que lo deportaron.
Las consecuencias de la decadencia nos afligen,
el nuevo hombre es el desgraciado de siempre
y los filósofos secularizados dan palos de ciego,
plastificando fragmentos meapilas y alacenas engoladas de madera.

3

I

La calamidad de ser un escéptico te escupe en cada monólogo y recodo.
Con la trompa de eustaquio en el lodo, es una bribonada ser un curtido catedrático.
No venerando al Salvador adquirirías la pose de un bípedo inteligente. Deshabitado está el patio trasero de tu frente y nada de nada experimentas alrededor.
El adicto a Cristo Jesús es candoroso y tú eres de un prospectar afilado.
Por las cuatro esquinas eres tozudo y atrancas tu cacumen con alborozo.

II

La congregación de los escépticos milicianos se reúne en su rosigada iglesia, sin crucifijos ni persianas ni romerías, y a veces, eleva un ángelus por grecia.
Desestiman la fe pura en el Omnisciente estampillando por doquier sus frenéticas encíclicas.
Peregrinan con sus pagodas a cuestas.
Jamás se complacerán en sus basílicas.

III

El ateísmo es una religión con recelo que instituyó a la negación recalcitrante como su beatífico jubón, yelmo y refugio.
El renombrado florecimiento del Mesías lo soslayan con garambainas y subterfugios.
El ateo es fundamentalista, ocluido y envarado, y no labra la dicha ni en sí ni en sus semejantes.
El medallero de los difuntos píos lo conturba.
Los inservibles desahogos en la hora del adiós van a ser donosos, encizañadores y abundantes.

IV

Soy un discípulo febril del escepticismo,
un ortodoxo de la incredulidad esencial.
Niego al gran arquitecto con una religiosidad acérrima.
Me nutre, me forma, me chamurra, me deforma:
me es un influjo irresistible y dulzón,
y con mi testimonio evangelizo a los peatones y corolas.
Los suspicaces sacros son mis patriarcas, luceros y barotos,
en la autovía estigia.
Yo asevero fijamente que no hay que creer.
¿La fe es un salto impugnable a lo invalorable?
¿Cuánta sal aporta el descreimiento?
El rehusarse así es un provocador acto de fe.

V

Cavo con bríos, dentro de las medidas,
el volumen es perfecto, espero mi día.
Nadie colabora, escribo solo mi epitafio.
He sido coherente como un semáforo sincronizado,
la soga que tengo hoy es mi exordio.

VI

La culpa es un sentimiento sincero interno,
una declaración de lo que es el mal
y el desasosiego es su expresión más tangible.
El infractor honesto busca la respuesta más allá de lo natural y obvio.
El templo de la conciencia es una esquirla del Creador
y la muerte ya no es una duda espesa.
¿Y si me libero de un credo que es cierto?
¿y si el nuevo dogma es fructífero como el capricho?
La obsesión de no poseer convicciones es un cepo.
Los débiles y malogrados están destinados a levantarse
y los superhombres terminan llorando como niños.
El espejo muestra con enjundia una parte de mí.

4

Las ideas ciertas reciben sus calorías y entremesiles de la nueva alianza y los ríos cuerdos, después de una cadena impepinable de porrazos no sazonados y sulfatados, siempre aterrizan en el ancho mar.
Los pensamientos poéticos y patéticos y quiroprácticos que soñaron o deliran por abrazar de pie la luna con una mano, están predestinados a convertirse en un lago confinado por las deliberaciones de la Historia.
El océano es el paradero engalanado de las aguas pías que marcharon con sus atabales a la puesta de sol hasta besarle el pómulo izquierdo.
Coquetos son los pantanos deturpados que escoltan el largo andar del viajero veraz y leccionista.
Los preceptos lavoteados que convencieron a las masas, despreciando con altura de miras el oráculo divino, hoy ven aprisionados, el raso fluir de la verdad.
El debate intelectual prominente en el fango es infecundo y la almohada altera tu espinuda y trasvolada armonía.
El barranco adulón aportilla tus reflexiones descarnadas.
Con el descarte de la encarnación de Dios, todo análisis tramita burocráticamente su declivio, y la conjunción fajada de estos forman el panteón de los anhelos cremados ínsitos e insolutos, y de los dioses miopes idolatrados o tontilocos.
La montaña fue equitativa al darle a los presentes las mismas posibilidades de zambullirse en la verdad.
La ideología punzante no se adentra en el mar.
Su especialidad es chapotear en la orilla con brillantez, abnegación y con la toga palmada puesta e invigilada.
Las conclusiones magníficas con sus escrocones se encarpetaron en una laguna académica incandescente y formalote, con la sequía con forcinas como superficie y fondo.
La playa es el puente felpudo de sabios y halacabuyas.
La sensatez se subyugó al evangelio amonestador.

5

La ética fue vislumbrada y sombreada por el espíritu,
no fue diseñada por la racionalidad o la didascalia.
El cacique de las pasiones y del ponderar es un alma libre y aradora
que no pernocta bajo la farola.
Lo que resuena adentro la lengua lo reproduce.
La mente es una manipulada, un trasoír, un retumbo de, un tributario.
La razón no es una república independiente, es una taquimecanógrafa.

6

I

Vuelo ungido y absorto por los intestinos del vacío cartereando evidencias para que desde la nada nazca al menos una diminuta esperanza o un machuelo. Nada hallo, nada atornillo y nada reverbera, porque en la nada nada hay, ni siquiera un tufo deslomado o desgalichado, o de otra forma ya no sería la nada, la nada misma. Relincho desengañado y avellanado: ¡nada por aquí, nada por allá! Como la nada nada es y nada genera, con nada me quedo y se cierra el arcón.
No ridiculicen mi irreverencia disfrazada de modestia.
Codiciando en la antecocina con una fe integrista que la nada por sí sola o por sí misma deje de ser nada y se transforme mágicamente en una partícula, en una chispa o en un pirgüín, he derrochado años martillándome el casco. Nada merezco y nada gulusmearé porque después de la fenomenal travesía, la nada continuará siendo nada y sus enfermizos prosélitos unos hijos y mitrados de la nada y nada más.
Soy un retoño de la nada, de la nada enaltecida.
Nada más el triple de nada es nada, sin esguinces. Nada cuesta entenderlo, todólogo arrastrapiés.
Si rezan con el estómago en el adoquinado, la nada por ser nada nada inventará, excepto ovejas materialistas radicales que insisten con su corazón y ombligo elevados al cielo: ¡glorificada y sublimada sea la nada!
La nada, como fuerza instauradora, es un disparate de la pedantería diligente y emperejilada.

II

A las propiedades de la nada le sobran adulones místicos, confederaciones y brigadas de lameplatos.
Con su tozudo historial, la nada guía voluntades a la nada, malgastándose por nada.
Por medio de una fe fantasiosa y nictálope, el ateo confía exaltadamente que ningún saber confiable viaja por estos callejones descremados y camiseados.
Enganchado a su descuadernada autorrevelación desdeña: los enlaces probados por los autos de fe; el complejo y feraz metabolismo de la redención; el cambio climático desde la isla de Patmos; los videos que repletaron el cañón del colorado con martirios, buenas obras y taquiraris; el amor que sobrevivió al complot luciferino; las bengalas y el incesante guitarreo de esa dimensión parcialmente tastada; las manucodiatas y no los mimodramas del meigo.

¿Cuál es el embrión de las fluctuaciones del vacío?
El nihilismo es un salterio impresentable.
El vacío nunca estornudó, nunca niñeó.
La polisarcia del púlpito del ateo es un publirreportaje, un alijo.

III

¿Qué sería del papahuevos sin la nada?
¿qué sería de la cosmología local?
¿qué sería de los tatarateos de los tarúpidos?
¿qué sería de la ciencia exacta?
¿qué sería de los paradigmas de Teseo sin la nada?
¿qué sería de la baba escofinada sin la nada?
La nada nos da el aliento de un querube,
nos vulcaniza en cualquier punto del recorrido,
nos da una posibilidad de ser rondados,
nos da una antropometría antibacteriana,
nos da un credo terco y atractriz y tendencioso.

IV

La nada transitaba por ningún lado paseando a su perro y repentinamente se puso imaginativa y ¡boom!, emergió el hidrógeno, el helio, el cactus, el sistema nervioso, la truhanería y la fe.
Intentando encarrilar a la humanidad derrumbada la nada nos ha abastecido de cientos de disímiles videntes y lumbreras esteparias.

7

I

El silencio es:
un brasero trepador en la conciencia;
la explanada de una plegaria ad líbitum;
un arpegio abarrotado de licencias y admoniciones;
un ciclón, con treguas traicioneras y prolongadas;
una silla de montar en un corcel albugíneo;
la implorante sombra de la vía dolorosa;
el metro cuadrado entre la duda y la gloria.
La apacibilidad consiste en no contrariarle.

II

Rehúyo con un tejemaneje manido
de los gemidos salvíficos del mutismo
y por eso estoy aquí otra vez sentado solo,
de etiqueta,
debajo de una mesa redonda cizañadora,
con un mantel coralino largo,
hasta el piso.

8

I

Su bisabuelo es un orangután egregio y su bisabuela una orangutana innovadora. No se investigue más del abstruso asunto que hoy los biznietos cantan victoria, henchidos, con toda la extravagancia viable de una gorrionera. Doctos y decanos, colmados de una fe ciega en conjeturas fantásticas y polifonemáticas, edifican breviarios y loores y postres de frutas, a la teoría de la evolución y sus otras parentelas, sin ninguna evidencia concluyente, haciendo así del cientificismo una secta encantadora y popular. Habría evolución en el santo cielo, en el orbe, en la mente, en la biología y en los recovecos escamosos. El daño ecológico brutal, la explotación de los niños, la pornografía por contenedores, el aborto ad infinitum, la asquerosa distribución de la riqueza, el racismo rabioso y la denostación de algunas teologías a las mujeres, serían la pistola humeante de una involución que no falla. Entronizadas sean las probabilidades y el chimpancé. Que se aplauda en cada laboratorio o porciúncula los místicos y mitológicos eslabones perdidos o descarriados. Oponérseles es un sacrificio digno de leña bendecida. Dado el irrebatible y machucho creacionismo sobrenatural, germinan como estrategias los fraudes filosóficos de la evolución, la generación espontánea y el materialismo, como los únicos antagonistas opíparos al génesis del universo y del ser humano. Hay dos posibilidades y ninguna otra: ¡creacionismo o materialismo!, y ambas son religiosas. ¡Decidid, antes de que ya no sea temprano! El materialismo nunca ha sido una especulación seria. Sólo hay espacio para la creación de un proceso fortuito, en la fachosa y solerte ciencia ficción evolucionista. El castillo de Carcasona no es un vástago de la generación espontánea, de la nunciatura de los porcentajes. Los dementes doblan sus rodillas ante la declaración de que un reloj se puede fabricar sin un relojero. El cosmos es un despertador estiloso y carpintereado. La materia tiende a degradarse, no a elaborar galaxias bajo un orden impresionante, complejo y sincronizado, a no ser que los planos con todos sus motores hayan sido confeccionados previamente ¿Qué neurona decoró el primer hálito de vida? ¿cuál es la dirección del sano juicio derrumbados el envanecimiento, la infecundidad y los anzuelos? ¿Por qué la Jerusalén inmortal es la capital de un reino? ¿Con cuánta nescedad y testarronería niego una creación sobrenatural que nos adentella, que nos acollona?
¡Decidid!
La generación espontánea es brujería pura, suculenta y sublime, que ha embaucado a algunos académicos impenitentes, embebidos.
¡Zanjad!

II

El racionalista se apertrecha mirando la paja en el ojo ajeno,
juzgando de desviado o supersticioso
a los asociados a los credos sobrenaturales.
El racionalista es una hoguera encendida intemperante,
un bodegón inclaudicable de saetas y causticidades,
un aviltado con un hollejo de hidalguía, un sansirolé.

9

I

La razón es la solución a los quebraderos que creyó situar y que tampoco se resolvieron. La superstición goza de buena salud y de sabidillos. Es que es un ingrediente de esa carnalidad que polvo y pastiche es. El hombre examinó y se documentó, y fue tan clarividente que la bestialidad se ancló a la sima del ser, como nunca antes, porque la naturaleza humana caída no fue considerada como tal en el desaguisado, en la decrepitud. Desde la baulera pretende divisar y pellizcar la realidad objetiva, por la fe, por su fe, engomada a su bancadita galana. Con la electrónica la ruindad se caracterizó.

II

La quillotranza de la razón es notarse alfeñique, vulnerable, dependiente y romántica. Tocó su techado y no pilota el carromato. La postración al secularismo se institucionalizó en las personalidades exhaustas y terremoteadas. Alucinaron al límite a la multitud estos yihadistas de un laicismo que no exhibe ninguna de sus zarpas y babequías. Una confesión sin el nuevo pacto como pilar es un cataclismo laureado, una barbarie campante.

III

No posee iniciativas ni provezas. Un contexto que confecciona aprensiones, sudaderas mulsas, trémolos adamantinos, aciertos y protuberancias, le precede. Sí es la embajadora bien pagada de la voluntad. La duda fructuosa y la desidia del pollino infatuado no son hermanables y la razón es el primer hemisferio, una fotografía de costado, un joyelero entenebrecido. La voluntad es antojadiza casi siempre.

IV

De ella dimanan variopintas voces, del evangelio indefectible una. En un nomenclátor abigarrado de tonalidades robinsonianas, una ética objetiva mínima y asimilable se despluma con el primer biberón sustentante. La venerada y derruida razón, que carece de una barandilla de donde agarrarse para rebobinar y de un tarimón tieso, o es una huérfana sucumbiente o es el rutilante maestresala del Gólgota.

10

I

Es el arranque del gozo eterno o del pavor inextinguible,
suscrito soberanamente.
Irremediablemente nuestros sentidos hurgan más allá
de la estrambótica necropsia y del dadaísmo.
Al cementerio se ingresa de manera muy ordenada,
con una lápida en una mano y un fallo en la otra.
A cada resto óseo se le reserva un nicho psicasténico.
El fémur sobresaliente ignora los acontecimientos futuros.
En los lavados, el impenetrable final del pasillo
no es una certeza dislocada o un dédalo.
El objetivo específico de la muerte física
es la gloria imperecedera del alma.
La tumba es la cuna, la hora cero.
Son los utensilios y sinuosidades.
El funeral jala por ser la bienvenida, aparatosa.
Eres neblina que se desvanece
y quizás esta sea tu penúltima ducha de agua turbia.
En la próxima parada los puzles declinan.
O te subes al apolo o al deslizadero tuturuto.
De las dos portezuelas de evacuación del salón,
una es anchísima, pluralista, inclusiva, intercadente y precaria.

II

Qué jeremiadas articularé en ese último minuto
en el que me despido de mi hechura.
Qué observancia me obsequia más con tan poco
o nada en el canasto, en el banquillo póstumo.
Qué rito me liberará de ese lazo que quema
a los que quedan en calidad de impíos.
¿Salvará la sangre preciosa a los que punzaron el evangelio
abandonándolo debajo de la acera adiposa?
¿Desheredaré el infierno con mi pecado predilecto
concertando carnavales en mí y en la rambla?
Por qué nos urgimos con los aparejos de lo cultivado
cuando el enterrador nos ve como un cliente inminente.
Por qué mi ego, convicciones y mis rascacielos sobre la arena,
no me traen ningún tipo de sosiego o baño turco.
Por qué con cada pelo blanco, ese termo llamado gnosis
arde excesivamente cuando estoy astillado.
Por qué no me río del concepto arrepentimiento
con tanto gusto y desembarazo, como esos mozalbillos.
Qué sucedería con mi reputación si adoro a Jesucristo
saltando ufano con una caracola en el limo.
Cuán criminal es acordarse de la cruz en la ancianidad.
Por qué araño el cielo purísimo con menos irrespeto.
El príncipe de las tinieblas es un humanista obcecado.
El varón veranea relajado cuando idolatra al Nazareno.

11

I

Cuando un docente se estrella con la autenticidad mantiene en pie su prestigio y el de la licenciatura reculando grácilmente, pian piano, como medida precautoria.
Quedarse pegado es indecoroso, poco serio, charro.
Rogar con todos las cirios encendidos al Padre como parte de un experimento de laboratorio es una fechoría impensable, una ordinariez, un tizón, ya impugnado con ira por las naciones unidas.
Deprecar a los iconos humanistas es el silabario y el pentateuco del profesor que brillaría por sus milagros, que serían superiores a los créditos sobrenaturales.

II

Cuando un científico procura ser filósofo es un improvisado domador de mandriles abombados, y cuando intenta ser un teólogo civil es la manzana porruda de guillermo tell. Explotando el seso, la experiencia de las centurias, la voluntad vívida, el refocilo, la mística, la ilógica, el sentido común, el sentimiento, la intrepidez, la revelación, y sobre todo la intuición extrasensorial, no concluirá que el nuevo pacto puro y sencillo es el mayoral. Su anquilosado monasterio se comprometería.

III

¿Es que aceptas las fluctuaciones de la nada y te burlas del tarotista acreditado, sanguinariamente?¿testificas que el universo se creó solo y no eres un caballero de una fe infinita y chocante?¿con qué propósito la vía láctea se constituyó a sí misma con seres humanos que no atrapan una caluga de paz? Los neutrones, los jardines colgantes y la voluntad humana, fueron bosquejados primero, innegablemente. Un científico detrás de los planos de Dios se diluye. Un teorizante ateo se beberá toda su desazón y yerros. Las inquietudes férreas y asiduas no son leyendas. El agobio te comunica que te equivocaste de calle, de nuevo. La frigidez es tu lábaro de la lucha bagual e inmutable.

IV

La fe positiva en Cristo es su fruto prohibido, su monstruo marino, su caimán en el tobillo, y el sentido común con la espiritualidad son anatemas. La serpiente lo invita a pasearse en monopatín por el creacionismo mezclando, untando, catando, mas no cae en la tentación de saborear la fosforescencia, de ensayar en el obraje de un reino que no traga. El delirio del apático es no moverse, no enmarañarse. No paladeará la manzana. La fe envolvente es su blasfemia ciclópea y el besar el padrenuestro es una palabrota, que los vicedecanos empalaron en el aula magna, con fósforos y una biblioteca de ojén. Con los apóstoles del racionalismo, se transportan.

V

Si tu todo es errado, tu traspié es total.
Con rozar el farol no basta.
El Absoluto es uno, celoso y fuego consumidor.
Acertando de vez en cuando das pasos potentes en pleno abismo,
en ese itinerario que te drogó hasta quebrantarte
y botarte en una perrera clandestina.

VI

El físico posee su distrito sacrosanto, su lenguaje monacal discipulador, su principado de números, sus claustros herméticos, su calculadora con una lauréola. Si transa queda despojado, esquelético y lipendi. Si confiesa sus limitaciones, sonrojos y cangallas, se desconsuela, con las vísceras anudadas. Todo lo que no habite en su feudo reverenciado es una denigración, una disyuntiva descartada vilmente. Los fundamentos beatos del escepticismo dominan los sínodos a los que asiste, copleando.

VII

La eternidad,
que es un componente de mi inventario,
la guardo en mi baúl,
con cerrojos y nombres,
con una profecía de atalayero,
que duerme la siesta
por ahora.

12

I

¿El cosmos siempre pataleó? ¿el zinc y el hierro siempre residieron ahí? ¿la harina que manufacturó la materia nunca nació? ¿la osa menor es un vástago de las probabilidades?¿la energía no ostenta un cantautor? ¿el tiempo y el espacio debutaron por un acto hechicero? ¿no hubo un primer chispazo lleno de colorido e ingenio? Dios, el hombre y el castor, son delineantes, ingenieros y ornamentadores. El puente de Londres fue abocetado con afecto, aseguran los ateos rudos con sus tizonas al viento. El libre albedrío te permite negarlo todo majaderamente, poseyendo así méritos propios todo acto de fe. Creer en un gran arquitecto es razonar penetrantemente, contrariarle es disgregarse, es ser un pisapasito. Detrás del cigoto de cada embrión hay un compositor. El cerebro es finito, la altivez no. La razón solitaria como canal de la verdad son los siete mares convulsivos, dentro de un dedal cursi.

II

Nada posee su origen en sí mismo. La molécula no se sombreó a sí misma. El velocípedo no se trazó a sí mismo. Esa nada mudable no se implantó a sí misma. Todo tiene una sala de partos y de neonatología. Creo: en el bien común y en la ética, en los concilios ecuménicos de los axiomas de la ciencia, en un azar bienaventurado y emprendedor, en el big bang de las matemáticas, en las teorías de la relatividad y de la evolución y en las otras que fraguan mis profetas. No creo en un Inventor, en una creación. Me debo a mí mismo.

III

De perogrullo es que el universo es un diseño genial, y que su autor es un superdotado y un buen técnico, a lo menos. Los cosmólogos chillan que hubo un inicio, emotivo, un primer segundo, con coreografías y cotillones. La conciencia no fue puesta en escena por las veleidades de la nada o de la sinrazón o por el rayo de una cosoriola ¿En que market compraron la acrisolada energía primitiva? ¿por qué la fuerza electromagnética está en su punto? ¿quién ajustó tan finamente el cómodo firmamento? ¿quién puso el discernimiento perspicaz sobre el velador? El observador honesto marcha hacia el creacionismo sobrenatural con mariachis ecoicos y dulcísonos.

IV

La nada no es materia y si fluctúa sí lo es. El que se fía de las bondades y flirteos de la nada es un peatón de un credo ilimitado y jocoso. El que confía en las casualidades celestiales como un poderoso ente creador, es un fundamentalista que erige sus exhortaciones pastorales sobre suposiciones enfermizas y varitas mágicas sin magos.

V

La materia que germinó en una maternidad un día fenecerá. El Eterno introdujo la finita materia dentro de un plan. El alma, que germina con la concepción del ser, es eviterna. La carne y la materia se convertirán en polvo. El propósito del alma es entonces infinito. Desde la nada el Creador creó todo y la nada o el azar no poseen ninguna capacidad urbanística o cinematográfica. Dios no tiene ni cronómetros ni fincas ¿Sin motivo alguno el complejo cosmos se aparece solo? ¿Cuánto fanatismo se demanda para negar la creación?

13

Se tropezó y se cayó feísima
y no se concebirá la polea que la levante.
Al edén se entra creso e hilarante,
de a uno y sin empujones,
atildado y haciendo cabriolas,
y con una gota de la sangre preciosa sobre sí.
La ola de secularismo que se nos instaló
ya es un tsunami airado y glotón.
La oscuridad es lineal
y sus procapellanes son serafines consumidos,
almizclados.

14

I

Si nada hay luego de las exequias los pecadores no se preocuparían de fallecer y extinguirse. Se afligen con ardimiento y no lo publican, debajo de la almohada espoleadora, del gangrenado abúlico y depopulador. El rascarse el cráneo con monólogos lanosos y las zarandeadas dentro de la consciencia, generan los alaridos de un alma infinita y topeteada, que avisa su ahogo incoercible con silbatinas puntiagudas y socollones ¿Piensas que no eres eterno, que la urna lo mata todo y que la arenización de los tendones es el gran y estruendoso desenlace de esta obra? ¿Qué manía o conjetura te compele a certificar que la simple defunción lo asesinaría todo?

II

Alma desguabilada, ¿cómo te he tratado? ¿el desgrasante es una tahurería? Caminas cariacontecida y descorazonada empantanándote en la dubitación mantecosa, no traspasando el tablazón y ese arrumazón azabache que bloquea el manar del albor. Alma, ¿por qué esa cara de gato atropellado? ¿en dónde te acorazarás el fin de semana? ¿Qué otro desvío te reclutará el viernes?

III

En el más hondo y atinado silencio y apreciándome fijamente,
desde afuera, señalo mi deshidratada vida con tersura
y que esta no cesará con mis cenizas espolvoreadas
en la rada de los marchitos.
Mi cuerpo yacerá, mas no estoy subyugado
a este blandengue y fugaz ropaje.
Con el escepticismo práctico como liturgia
obtendré las fogaradas como epílogo,
la nada como feto, la congoja como interludio
y el raciocinio como una ciencia divina recalcitrante.
¿Continuarán briosas mi canosa inmodestia y mis vilipendios recetados?

IV


Huí del mundo y regresé a él en un tren bala.
Me exilié y pocos se enteraron.
De tanto gritar la palabra libertad me atoré con mi propio aire.
El pintoresco y despeinado personaje que asenté no dio resultados,
y volví, y hasta mi rebelde motocicleta me lo agradece.

15

Las arenas movedizas neutralizan al que titila.
No consigo refaccionar las esperanzas enterradas.
Fotografías vetustas me retuercen.
La tropilla deslucida avanza, yo no.
Es la cofradía de las calaveras ominosas.

16

I

La razón a solas no receta norma moral alguna, no las hilvana ni las fortifica con cazuelas. Sólo las combate desde su sanctasanctórum. De uno u otro lado, es vasalla: es su destino. Y si riñe con un santuario sin moradores desde su oscurantismo condimentado y paipudo, es porque solitaria es una expósita colorinche. El hombre, al sentir, intuir, comulgar y cuestionarse, es mucho más que un examen gélido y vistoso, que el pragmatismo y la fe. El hombre es una criatura, un cuesco enterrado regándose.

II

El que niega la conversión al Redentor requiere de una fe torcida y ensiforme, de un corazón de cobalto y gusarapiento, de músculos gurdos y embotellados.
La fe no es regalada ni relegada sin un mínimo consentimiento previo, ni aumentada sin una solicitud plausible.
El Espíritu no asesora a los cuasihonestos y el alfaqueque da vueltas en círculo.

III

La premisa de su creencia, su concilio tridentino y su sinopsis antojadiza, es el escepticismo. Otra perspectiva es un horóscopo, irreligión, un regüeldo. Por no intimar arrodillado con la vía dolorosa, el sermón del monte y las epístolas juaninas, no embolsa ni un pelluzgón del candelero asequible. Nunca se queja en público de su ateísmo fogueado, infructífero, dilapidador y asolador.

IV

El racionalismo germinó sin pulmones. Por la turbación del alumbramiento nadie lo apreció. La razón, que es la que acompaña la jugada, nunca es la esencia, la fuente de la virtud. El pensamiento cierto o las obras que anegan de amargor el ser no desatan el alma. Es un negrero que manufactura dictadores, utopías, ocasos y suplicios por toneles. Inferir únicamente sobre la razón es un desbarro, que te mimetiza con la inconsciencia, con la tracoma. Te desligaste del Omnipresente con temple y te empezaste a hacer pis por los poros.

V

Nada existe, nada es: sólo Tu voluntad. No hay anhelos, no hay deseos: sólo Tus proyectos. Yo, ya no soy, Tú eres en mí. Soy un súbdito de Tu voluntad. Vacié mi ser a los pies de Cristo. Debo ser un esclavo humilde a pesar mis miserias y pifias. Sobrevivimos por su clemencia.

17

I

Al arribar el Creador en la estación del último escondrijo de tu ser,
halla constelaciones de vanidades beneméritas y soberbias de alcurnia, que glorificabas en cada orto y rapsodia, obtusamente.
Por piedad, te muestra la estrella más débil de tu caótico éter,
apartándote del descalabro pulverizante
o de una crisis de corte suicida y coxálgica.
Tu petulancia emperifollada con zafiros y jaquecas
no aguantaría enterarse de la extensión y señorío de tus escorias,
atascadas en los soliloquios.
Cada estrella exhibida, con la sintaxis extraviada,
es un turista indocumentado que se pasea dentro de ti
como Pedro por su casa, con robustas veleidades complacidas
y contumeliosas, inmostrables en un bazar, en el belvedere.
Debajo de la epidermis se albergan las encrucijadas que indagan
a hurtadillas sobre el pórtico que brilla y brilla
y no quieres poder verlo, y está ahí,
con todas sus prerrogativas y galardones.
O escalas los peldaños, enamorado de la gracia,
o desciendes de una vez desde tu guarida al despeñadero
de los ángeles caídos y encartados.

II

Me despertaré abrumado en la mañana y no recomenzaré un pugilato ontológico con mi siquis. Nuevamente no cederé a la tentación de pensar en Ti una tarde plena y proseguiré con mi vida, que por ser mía no hay ventura y aquí estoy, con el corazón machucado y azarado, y fumando como un ecologista versátil.

III

Interpelas la fe en el Dios sin propuestas, brindando una gama de conductos sin escapatorias ni aireaciones, y lo que deambula internamente demanda una escalinata con petaquitas y replicatos. Tus ahíncos y dúplicas carecen de aroma y pretendes conminar a la teleaudiencia a beber el agua de tu repertorio atorrante ¿Es secularizable un principio moral?

IV

El pecado mortal más delicioso claramente es el más popular.
El que guarda los mandamientos es de otra dimensión,
lo que es placentero y sonado vencerá.
No ingresan a un confesionario, solos.
Saben al dedillo la sentencia desde ya.

18 (paráfrasis)

Se subordina la poesía a los designios del poeta.
Ridículo es armar un poema sin los hilos del poeta.
Dios es el poeta, no el poema.
Las concavidades siderales las estarció el poeta,
el reino vegetal es otro de sus poemas.
El poeta no es la poesía, la poesía es un soplo del poeta.
Contemplemos toda poesía y humillémonos delante del Poeta.

19

I

Me es imposible ir detrás de mí, en busca de mí y rescatarme de esta laguna de cocodrilos tragaldabas.
Preciso de la cirugía de un tercero que sea capaz de cargar mis bultos y de taparle la boca a los reptiles y espantajos por mientras mis premolares se entierran remisamente en el fango.
Ese tercero me desgravará y me adoptará por piedad en un santiamén, previa súplica mía.

II

Cada uno con su necedad en pleno apogeo, con su terquería adiestrada y ducha, con un asno de orejas largas de farolero. Serafines trabajólicos trilingües te lo inocularon con danzas infantiles, figuritas y recitados.
Tu madre te lo recalcó con plumones e intimidaciones.
Inemancipable, le consagraste al despótico burro y patrono un megalito que te hundió las escápulas, el aplomo, esos prolijos ultimátums y tu riel descacharrante.

III

El secularismo usa el control de las masas,
les lava el cerebro a las multitudes.
El humanismo duro es el nuevo romano pontífice medieval.
Todos los que se oponen al laicismo son herejes patéticos.
Aquellos ojos desorbitados que lo defienden
tienen preparadas sus excomuniones y hogueras,
en nombre de la tolerancia y los derechos humanos.
La santa inquisición laicista ya posee una normativa tenaz.

IV

El féretro está abierto.
Faltan los últimos retoques.
El portal me toma las medidas.
El alma es una hemeroteca que archiva todo.
Un empujoncito más y me instalo en el otro lado.

20

No se ve y es de un singular material
y hasta algunos miligramos pesaría en la báscula.
El ánimo desplomado es la penitenciaría de la meditación,
de la abstracción y de los menesteres de los por que.
El volumen del vacío y las zozobras del alma
encajan con la voluntad de Dios Padre.
El hombre sin lumbre es un devoto:
del agnosticismo,
de los poderes de la mente,
de los augurios ancestrales,
de los ropones y soflamas de los extraterrestres,
de las cartas del tarot o de algún chamán convincente,
un pagano decorado,
un amante fiel de las culturas hambrientas del oriente,
de esa casta sacerdotal llamada comunidad científica,
de esos bardos con la metralleta como lucero,
de la sensualidad impresa o de las hierbas fantasmagóricas.
¿Apelando a mi destino zaherido
saciaré mi desecación, desactivaré mi pretenciosidad?
El devenir inmortal me tensa con un navajonazo,
el piñón de la felicidad no es visible,
el axioma es más que una ventolera de bendiciones,
la expiración es una jubilación macabra o radiante
porque no dar la media vuelta es freírse.

21

Soy. Sé que soy y que nunca dejaré de ser. Estoy. Sé que estoy y que nunca dejaré de estar. Consciente de que la lucidez del alma no expira jamás y de que a pesar del preceptivo camposanto la inmortalidad es una realidad categórica e indisputable, ¿adónde anidarás tu eternidad? Como nadie preconiza del ateísmo con indicios que me indispongan con los precipitaderos, no lo soy. El angosto sendero del Hijo de Dios es revesado, embrollado al principio, cinchado, celeste, benefactor. Me consumiré en la dialéctica cosaria inclinando con acometividad la balanza roberval hacia ambos lados hasta aprehender el sosiego.

22

No desenrolles en las postrimerías de ultratumba con lujos y detalles todas esas intimidades.
Tu interior y las nebulosas te cacarean con paranoia que eres un pasajero irredento y guijeño.
Eludes los resquemores siniestros en masa, la derrota de tus sesos, el reproche de tus huesos, el can can de tu antagonista, el pisoteo clubista.
En la meta de tu ser infinito no hay misterios.
El universo es un reloj y muchas ya son ovejas adictas del supremo Relojero y sus metaplasmos.
No amarres tus entrañas a lo que es perecedero.
No le dones tu espíritu a ideales clichés o parapléjicos.
Refutas la alianza y nunca digieres un bocado, nunca la rumiaste, ni por entrometido.
Adquiriste una acuarela abigarrada de vivencias, mas en el experimento o tentativa de clamar a Dios sobran los desaires y las escurribandas letradas.
En el portalón desechado y coronado con espinas reside el reposo espeso y perenne, y el tartanero.
Desde el envoltorio no olfateas los tumores diseminados, los sultanatos de pasiones que te tabican las calles de oro, las juglerías y el happy hour.
Escarbando en lo palpable no te consolarás.
Aunque la brisa y la verdad sean invisibles,
las sentirás hasta el inexplicable regocijo.
Columbrando no avanzarás tu primera pulgada.
El confín no es el límite, es el preludio.
Los utopismos no aprenden que:
todo proyecto sin el Salvador es una fosa sórdida;
son contestatarios con sus militantes y secuaces que llevan consigo el virus del desastre y que nadie lo ve por lo inflamado que es el debut.
¿Cuándo dudarás con calor de tus vacilaciones nimbadas?
¿Cuánto más durarán tus dudas duras?
¿Cuándo concluirán tus inconclusas conclusiones?
¿Cuánta incredulidad descargas sobre tu laicismo selecto?
¿Quién salta de dicha en el barro con tus convicciones?
¿Por qué te enredas con irreductibilidad
en una discordia estéril, engallada y envarbascada?
¿Expirarás de pie en los pasillos del vasto catecismo
de las insatisfacciones, del que jamás te desacoplaste?
Sin la santa cruz el debate interno es eterno
y acertar en el ataúd es un chascarrillo.

23

¿Qué y cómo es el azar?
¿Cuáles son sus atributos y dones?
¿Se desalienta con facilidad o esporádicamente?
¿Quién pone los pies en el fuego por esta calina?
¿Cuál es su techo intelectual o confesión de fe?
¿Tiene alguna pifia significativa o exterminadora?
¿Cuál es su silueta o casilla postal?
¿Cuál es su quinta sinfonía, su Belén?
¿Cuál es su contraparte, su adn, su palacete?
¿Baila tinikling con los ojos cerrados?
¿Con qué atuendo participó el azar
en la creación del remordimiento, del challenger,
del canario majareta o de la entereza?
¿Cuál es el cancionero de los sectarios del azar?

24

El relativismo apelmazado es lo único estable.
El arte es carne, el alma es canjeable.

Como la expiación no se ve, es una fábula.
Como el bebé no se ve, es descartable.

El primer dislate alhajado que se asome
es la viga maestra, el vademécum.

El placer y el ego son los carretilleros.
Y aquellos no se sentarán a su diestra.

25

No me fío de la nada, entonces, la verdad que es inubicable y que peregrina infatigablemente fuera de mí, se revela, no capturando nada aquel que no bojea y no se achispa fuera de la razón.
Las quimeras encandilan y destruyen, erigiendo dogmas portentosos que los siglos aniquilan cíclicamente, por un orden de aterrizajes forzosos, junto a sus insignes e incendiarias escarapelas.
El hombre como centro es grasa y conchoprimo patizambo, el capricho cincela divinidades que congenien, el olfato y los otros sentidos me timan, mi mente se forma ideas vagas con solemnidad y al mundo lo retrato mal en todas mis telas, enmohecidas.

26

El lado más oscuro de la nebulosidad se asomará broncíneo,
en el epílogo.
No divisarás su densa umbría, desmoronándote,
por el tonelaje de tus obras.
La calamidad te agujereará con intencional tardanza,
con tus sacramentos y coartadas de bonete,
y con culebras multicolores, zaragateras y romeriantes.
La lágrima no bajó por vergüenza,
hacinándose en el tonel con olores eméticos.
Afírmate cuando reviente y todo se disgregue.

27

I

Si estiras una mano al cielo apresarás el pensamiento y sus alrededores, si levantas las dos, también la fe.
El creer y el sólo creer es escasez, el pensar y el sólo pensar son penurias.
Pensar creyendo y creer pensando.
La filosofía se satura en su mecedora y sus maestros caminan al féretro asfaltando con pulcritud y revolicos más y más titubeos inquietantes y ayayeros, con el embeleso de los roedores de biblioteca y de la celebérrima cofradía de los emasculados.

II

El sentimiento limpio lacta el pensar y el creer, ¿qué sientes cuando no crees? ¿Cuán costoso te es subyugarte? Sin aprensiones luminosas la fe no se agiganta. No te ligues a la oscilación, postrado. La soledad gime por certezas roqueñas y sempiternas, que es lo único que apalea el tormento prominente. La razón viaja en círculos sin ningún sepelio, elucubrando, sin lamer el prolegómeno de la complacencia. El redoble de tambores indaga en la voluntad. Las dos almunias continúan operativas. No seas un zaguanete del pirronismo.

III

La hermana razón peregrinó hasta el desmayo.
El hermano fe le extendió su mano y se adhirieron mutuamente en la marcha que por sana intuición, iniciaron por separado.
Si uno desestima al otro, perecen los dos.
Unidos, se relamen todo y se reinstalan en el infinito.
Es que se casaron y fueron excesivamente felices en todos los nanosegundos subsiguientes.

28

Un pie va delante del otro o un pie va detrás del otro, reiterada y sagradamente. Cuando se juntan, se apagan los propulsores.
De la delantera a la retaguardia, escrupulosamente.
El pie de atrás no se alcanza a desanimar.
Ambos se necesitan, por necia que sea la caminata.
Si se apuran no sospechan para que.
Cuando un pie se estaciona de costado al otro, la pausa es una moneda al aire. Es intrínsecamente grotesco que un pie se pasee solo o agende fugarse con un florido antifaz.
Un espectro rumiante los conduce por recodos difusos.

29

I

Lo que no se justifique por la razón
no se incorporará a la venerable academia.
Toda filosofía es hueca sin su otra mitad.
El escéptico anhela que aun siendo coja
sea productiva, atlética, sapiente y caicobé.
En toda epistemología el fideísmo se adhiere
como la peste o como una salvajada inesquivable.
La conversión es una experiencia arrolladora
que la vocería de los sentidos relata maravillosamente.
El ángelus de la razón te desplomó amablemente.

II

Abraham es el padre de los creyentes.
Moisés cruzó el mar rojo por la fe.
Y Cristo le dijo: “hija, tu fe te ha sanado”, “tu fe te ha salvado”.
Y los apóstoles decían: “Señor, auméntanos la fe”.
La fe en el Salvador mueve montañas.
Pablo sentenciaba que la salvación es por la fe en Cristo.
El fideísmo de Lutero seguía la línea de la Sagrada Escritura.

30

I

Creen en sus supuestos chanfleados, en sí mismos, en sus onanismos de pizarrón, en sus crucigramas punteados. Otros apuntan al Ser Supremo y otros descargan su fe en la nada o en la casi nada, arrebatados por las rondas de vigilancia del secularismo. Todos creen en una teoría, en un fiambre. Es inadmisible e inhumano ser un incrédulo. La fe es el prekinder, la categoría primogénita. Sin fe es insostenible ser: un ateo, un agnóstico, un salvado. El que cuestiona una doctrina apuesta con fe a otra, a su antípoda, o a un símil o a algún primo remoto. Otros danzan embrujados a la diosa nada, al hado, al cerebro en sí mismo o a alguna figura humana o geométrica de yeso o piedra caliza. Creer o no creer no es la cuestión. Todos creen. El punto de quiebre es: ¿en qué confiar, clarividentemente? ¿Qué plegaria transfigura el ser?

II

Mataron a Dios y aún no lo entierran, y los incluseros hacen filas interminables en cualquier sitio, pretendiendo encentar su desamparo enmarcado por esqueletos grises sin carne, y con el abismo como guarida sensata, según el fallo patriarcal del arcediano.
El laboratorista probo actúa como arzobispo imbuido, deificando sus conjeturas flatosas, desdeños, musas y asmas.
No te liberan de ningún sobresalto cuajado y jamás remontan a su opositor.

III

Es un ateo realizado, se mueve como un cisne real encopetado.
Da charlas con su filtrada mudez también y su ego se desborda en cada estercolizo.
Es muy solemne cuestionando la creación y si no le exhiben un dvd, Dios no es tal, aunque esté presente en la mesa redonda sin que se le vean las cejas.
Los frutos estremecedores de la fe serían una sugestión, un perspectivismo encuadrado.

IV

La irreligiosidad sería sublime, seria,
y no posee el respaldo de ninguna ciencia o cordura.
Navega sola, entre la conjetura y la necedad reverenciada.
No responde a ninguna pregunta de peso, sólo las acordela.
Alivia a su rebaño con más dudas y cuestionamientos.
El candidato al velatorio se desarma entero.
La negación edifica ese espíritu.
La autorrealización del miserable depende de él, de la gracia.

31

Antes de que el carbono constase,
mucho antes de que el polen apareciera,
muchísimo antes de la apertura de la felonía,
Dios planeaba serenamente, recomponía.
Igual el alma nació con libre albedrío,
igual el cosmos es nuestra hostería,
igual el boleto gratis de regreso está ahí.
Dios recompone todo serenamente, como lo planeó.

32

I

El escepticismo es el garlito del incompetente,
del arrogante que clausuró todas las portezuelas,
del que desprecia la experiencia mística.
La duda no es un fundamento de la fe,
el inmovilismo te atrofia las rodillas.
El sol y las certezas se presentan con ímpetu.
La suspensión del juicio es la excusa tallada a mano.

II

Está muerto, el hombre lo electrocutó.
El Hacedor optó por no perecer
a pesar del gigantesco intento.
Salió fortalecido de la experiencia.
Abandonar la fe es la bancarrota totalizante
y hasta el agua carece de sentido
y la voluntad es un espectro sin nombre.
Me perdoné a mí mismo
y no hallé magnanimidad ni consuelo.
Dinamito algunas grietas del muro
y propongo un manicomio emocional como réplica.

III

En unas horas más palmaré.
Un cura gesticula y algo habla delante de mí.
Es la última diligencia antes de pagar la cuenta.
La enfermera no lloriquea.
La funeraria tiene la tumba abierta.
Tengo todo tipo de sospechas teológicas y criptogramas.
En el otro lado nadie se ríe al divisarme.
Me presentaré en el juicio final con un gorro pasamontañas.

IV

Me analizó entero.
Hallo mazmorras que ni imaginaba.
Consumí pastillas y terapias todocampistas.
Hay cosas que las veo disparejas.
Nada cambió en el fondo de mí.
La estafa fue azucarada.

V

El espejo me habla golpeado,
mi alma se tapa sus oídos,
mis ojos no anhelan advertir lo que se viene.
Me pongo la misma vestidura.
Sigo por el mismo sendero buriel, sin pausas.

33

I

La fe vívida posee una explicación plausible.
La metáfora sacra leída sagradamente te encumbra.
El desconfiado perspicaz se nutre de especulaciones propias.
La fe pensada rescata al ser de la opacidad cierta.
La reconstrucción es el antecedente del empirismo.

II

El sol se presenta ante todos,
algunos se parapetan en sus inclinaciones subterráneas.
Ver un poco de fosforescencia es sencillo,
al arte consiste en abrir con ímpetu la manija de las expectativas,
creciendo con el respaldo del astro rey, que te invita.

III

Callarse por dentro:
es arder desde la irradiación,
es ponerle un juicio al corazón,
es ver desfilar ideas con bombos,
es elevarse del suelo,
es desenvainar el alma.

IV

Si la maleta es pequeña el viaje es breve.
Si la fe es grande el trayecto no se consume.
Si los primeros pasos son por inercia el periplo se cae.
Si comienzas ojeando la hora ya llegaste.
Si el vaso nunca se llena, siempre hay más.

34

Subió al monte
y bajó más desconcertado y sin la brújula.
El superhombre está desprovisto de clemencia
y la terrenalidad es el nuevo dios
que arrasa con todo
en el tobogán de las pasiones
y de las miserias que nunca desertan.
La altivez no lo autoriza a estresarse
cuando se hunde en su galería de indigencias.

35

Le dice adiós y el atavío se pulveriza.
Adentro residen la identidad, la eternidad y la siega.
La indumentaria es temporal y sucia.
De tu esencia nada se quedará acá.
Algunos no salen de la terrenal vestimenta, ni sepultados.

36

Perdí mi individualidad, mis distintivos.
Soy uno más del mar humano.
Recorro una senda enguijarrada por otros.
Soy una copia mediocre.
Estoy y no soy.
El fuego interno no se enciende.

37

Actualmente avizoro, ojeo.
Desde que me lancé por el ventanal distingo todo claro y taxativo.
Me desmitifiqué, me solté, me doblegué.
Requerí de valor eso sí.
Me divorcié de esas poluciones espigadas y macizas que transforman a los seres humanos en fetichistas, ensortijados, fumadores, supersticiosos, mentirosos, bellacos, ludópatas, disipadores, infames, lascivos, ateos, manilargos, idólatras, estafadores o en comediógrafos en primera persona.
Sí, Jesucristo es Dios.

38

Refuto el Evangelio,
consiento la teoría de la evolución u otras, por fe.
Soy una cabeza mesurada, adusta.
Una teoría absurda sí es creíble, con un poquito de devoción.
Sólo acepto reproches fundados.

39

El alma es un hotel de piezas oscuras.
El fanal se pasea por los pasillos.
Las puertas se abren por dentro.
De la lugubridad se desprende la trama.
Ver pasar la paloma por la ventana no es suficiente.

40

La muerte cercana modifica algunas reflexiones.
Las vestidura invisible es lo primero que ves.
La agonía es el inicio de la expedición, la trompeta final.
La tumba amilana a cualquiera y no posee muchos adeptos.
El cuerpo se polvifica y la esencia se sube a su aeronave.

41

Creo que mi credo es plausible, que debe ser creído fogosamente, que es la verdad, la verdad revelada y última que se testifica
desde la formidable experiencia del espíritu que despierta,
del nuevo nacimiento,
y que la vanidad no comprenderá jamás,
ya que el alma salvada vive intensamente
a través de una fe que ilumina y eleva hasta el edén
a los corazones consagrados.
El modesto engreído no es capaz de desmenuzar el indiviso fenómeno.
Implora la gracia de la fe.




Fin del libro “Es que no lo puedo creer”

ANTOLOGÍA DE POEMARIOS
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De la antología “Las sotanas de Satán”
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FIN


Salmo 53:1


JAIME FARIÑA MORALES
ARICA-CHILE


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