Los trabajadores estaban fatigados de tanto
pelear por mejorar sus condiciones de trabajo. Una marcha pacífica y civilizada
tras otra y nada. Un operario contestatario sugirió quemar cincuenta neumáticos
por todo el centro de Aguadulce y gritarlo todo. La violencia los tentaba. Al
gobernador en su última reunión le comunicaron que se iban con todo, agotados
de la demagogia. De tanto tira y afloja y de promesas a granel, el sindicato
acordó quemar dos neumáticos gigantes frente a la gobernación, sólo dos. Todos
suscribieron el acuerdo no escrito. El gobernador quedaba bien parado con el
Ministro y los flexibles sindicalistas con su gente. La policía no mostró
desagrado. Si bien las dos llamas en el día de la protesta eran impresionantes,
todos sabían lo que ocurriría. Terminado el abucheo y las fogatas, los obreros se
retiraron en santa paz. Como el gobierno no soluciona los problemas de fondo,
el Presidente necesita gobernadores y secretarios de su exclusiva confianza que
sean manipuladores y cuenteros. Es la fórmula probada para aferrarse al poder. Una
“buena muñeca” hace milagros. Hay que esquivar las balas con arte. La política
es el arte de gobernar, es un apostolado. Con posibilidades de éxito, el
gobernador se postulará al Parlamento. La ciudad de Aguadulce lo quiere mucho,
reconoce su gestión.
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JAIME FARIÑA MORALES
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