martes, 11 de febrero de 2020

LA SERENATA QUE SE APAGÓ - MICROCUENTOS SON

Con Rosella éramos compañeros de la Facultad de Educación. Yo estudiaba Biología y ella Matemáticas. Era guapa, me gustaba. Me saludaba amablemente. Era popular y con un número importante de admiradores. La veía y mi corazón palpitaba. Una vez más en la semana universitaria canté, bailé y reí, y logré con paciencia bailar una canción de salsa con la princesa. Sólo una. Ella tenía muchas solicitudes. La fiesta terminó a las 2 de la mañana, cerraron las puertas. Con mi amigo Oliver bebimos una hora más y emprendimos la marcha a casa. Y al pasar deliberadamente por la casa de Rosella nos dimos cuenta que su cuarto tenía la luz prendida y logré divisarla y Oliver me dijo “Tú cantas más o menos bien, cántale una serenata ahora, es tu gran oportunidad”. Yo, envalentonado, enamorado y borracho, comencé a cantar el Ay, ay, ay de Osmán Perez Freire. La mejor partitura para la mejor doncella. Con una gran canción operática iba a cerrar está gran ocasión y brillaría por las mías. A los quince segundos de mi sublime interpretación lírica Rosella cerró la ventana y la cortina y apagó la luz. Quedé perturbado, exterminado, tronado. Mi amigo intentaba consolarme señalándome que Rosella no apreciaba la música culta. Cuando ella me veía en la Facultad, cambiaba de pasillo. Oliver le contaba riendo a los compañeros de Biología los sabrosos detalles de mi naufragada serenata. Era famoso. Toda mi juventud y dignidad se fueron el cementerio. ¿Elegí mal la canción, el escenario, el horario? Los borrachos no solo chocan automóviles, generando dramas.


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La antología de blogs LAS SOTANAS DE SATÁN es una querella eléctrica a las imágenes impías teológicas, políticas, filosóficas y culturales que habitan en la mente, en el alma y en la realidad, y que nos adhieren a la desdicha, al desencanto y a los equívocos férreos. JEFM. eliconoclasta63@gmail.com