Comentario poético escueto y parafraseado, al Libro
del Apocalipsis.
CAPÍTULO 1
El Salvador le entregó a su siervo la sublime profecía:
el Armagedón, el milenio, las copas, las trompetas, la caída del anticristo y
de Babilonia, el juicio, el cielo nuevo. Todas las puertas y cerrojos se abren,
el velo se corre al fin. El tiempo está cerca, espeluznantemente cerca, los
ángeles nos preservan según el plan del Padre y Su regresó ya se instaló en la
agenda mundial. Dichoso es el que lee y mastica despacio la santa palabra, quemándose
por dentro al degustarla, alucinándose. El futuro es nuestro y está a la vuelta
de la esquina, la gloria impía del enemigo cuenta sus últimas horas, los
incrédulos se transportan con sus últimas burlas, al vacío. El lago de fuego no
es una paranoia de la teatralidad. Las siete iglesias son el espejo de la
cristiandad, el primogénito de los muertos nos lavó con su sangre, transformándonos
en militares de noble sangre azul. Vendrá en las nubes como en el día de la
ascensión, en la cual desapareció entre las nubes, temporalmente. Nuestra
esperanza culminante es una segunda venida que se transmitiría vía satélite y
por internet, a todos; y lamentarán su desobediencia con un cuchillo en la
garganta. Es el principio, el intermedio y el fin del fin y de todo: de lo
visible, de lo invisible, de lo creado y de lo planificado. Jesucristo es Dios,
el único y suficiente Dios. El Espíritu Santo descarga en la isla de Patmos su
revelación al apóstol Juan sin miramientos, un siervo copartícipe del
sufrimiento y de la gloria de Dios. Las siete iglesias totalizan la realidad de
la iglesia peregrina y los siete candeleros su luminosidad y fogosidad, un
número siete que en la Escritura implica plenitud. El candelero fiel no se
apaga, es testimonio de oro refinado. La espada dividirá a las ovejas de los
descarriados y el velo de los misterios se levantará en seco, y el terror se
apoderará de los incrédulos y fingidores. El que no acepte a Jesucristo de
rodillas temblará en el Hades y el día de nuestro fallecimiento está en Su
mano. El trayecto al infierno es directo y vertiginoso. El Apocalipsis se
engancha al hoy y a los desenlaces.
CAPÍTULO 2
01) EFESO
Perdiste tu primer amor a Dios, la devoción, y el
pastor del rebaño lo tiene bastante claro. La diestra de Cristo Jesús es el
lugar más seguro y su presencia entre los candeleros está garantizada. El ángel
del Señor es un siervo no un arzobispo. Conozco tus obras, paciencia,
laboriosidad y rectitud. Eres un evangelista que ha soportado atropellos, calumnias,
persecuciones y todo tipo de angustias, con lealtad y sin desplomarte en medio
de las refriegas. Menosprecias las jerarquías y la religiosidad barata, mas te
enfriaste y extraviaste la mística de los comienzos. El árbol de la vida
continúa ahí, en el edén. A los vencedores los galardonará el propio Salvador. Arrepiéntete
ahora, todavía queda tiempo.
02) ESMIRNA
Iglesia amarga, colmena de mártires, perseguida por
la furia de las tinieblas, inmortal. Padecerás como Job, como Esteban. Esa
sangre que es semilla navegará por los siete mares, por las cloacas. No posees
tierras ni edificios, mas eres rica, y tu fidelidad transformará la historia. La
sinagoga de Satán es el germen de la humillación. Las tribulaciones durarán
diez días y el romanismo te volverá a torturar diez veces. El sufrimiento ha
mantenido viva y lúcida a la genuina iglesia, a través de los siglos. Los vencedores
se mofarán de la muerte segunda.
03) PÉRGAMO
Pérgamo, te institucionalizaste, te vendiste, te
apartaste del evangelio primitivo de Jesús, aferrándote a tus tradiciones y
paganismo manufacturados. Te casaste con la mundanalidad y el fariseísmo bien
explicado. La espada de dos filos es un ultimátum y tu fe y testimonio se
debilitaron al extremo, engordando las barrigas y bolsillos de los obispos. La
iglesia que se fusiona con el Estado ya no es iglesia de Jesús, es una empresa.
Gracias Constantino, por politizar y degradar a la grey, quitándole a millones
y millones la piedrecilla blanca.
04) TIATIRA
Los ojos con llamas de fuego traen la ira santa. Aún
no se aburren de fornicar y de paganizar la tierra. Grandes obras de caridad y
grandes abominaciones. Apresada por el protocolo, la pompa y los nuncios. Sentaste
a Jezabel en el trono con jolgorio y cánticos, poniendo a la Tradición casi
sobre todo lo divino. Convertiste a la iglesia en un Estado, en un bodrio. Los
hijos de Tiatira están enfermos y heridos de muerte. Te arrojarán por la
ventana del palacio blanco. Ritualizaste desde el vestuario hasta la adoración
a Dios y el santo formal es aquel que cumple con el perfil y los procedimientos
estipulados por la multinacional. El sendero estrictamente apostólico no te es
suficiente. Alabas a Jesucristo con tu boca y al mundo con toda tu alma. La
idolatría de la religiosidad popular es abrumadora, con estatuas y apariciones
por todos los rincones posibles. Eres capaz de quemar vivo en una hoguera al
que te grite sin contemplaciones en la cara el nuevo pacto tal cual.
CAPÍTULO 3
05) SARDIS
Como las estrellas, cada cristiano posee luz
propia. La iglesia verdadera descansa en la palma de Cristo. Discípulo del
Redentor, divórciate de esa iglesia nominal, multitudinaria, poderosa, terrenal
y excesivamente dúctil. Extermina el paganismo y los mandamientos de hombres, los
odres viejos no contendrán el vino nuevo. Sardiano, clava el evangelio puro en
tu alma, y huir despavorido de la gran prostituta no basta. El remanente fiel
jamás apagará la llama del Crucificado. La Escritura es la única y
suficiente Palabra de Dios. Hay sardianos que son más descarriados que los
paganos. La vestidura blanca será la señal del triunfo imperecedero.
06) FILADELFIA
Esparciste la Palabra por miles de lugares. Cuando
el Padre abre una puerta nadie la cierra. Retén la Palabra al pie del cañón,
presto, que intentarán robarte los tesoros de la salvación. Vomita sobre los
formalismos y la religiosidad humana, y si triunfares serás una columna más en
el templo, viviendo la nueva alianza con pureza y claridad. Sobrevivirás a las
pruebas y tribulaciones, por la fe. Esculpirán en ti el nombre y la ciudad de
Dios.
07) LAODICEA
Decídete de una vez de que lado estás y asume las
consecuencias perennes de tu opción. O habitas en la casa del Padre o en el
exilio dominante. No eres una iglesia ni fría ni fogosa: eres nada. La tibieza
es la esencia del hoy, del pasado mañana. Te crees autosuficiente siendo una
egocéntrica espiritual. Te miras al espejo y no ves la pudrición. El Redentor
te invita a su santa cena, con amor, mas debes renunciar a toda la basura que
has acumulado durante los siglos y de la cual hasta te sientes orgullosa. Grandes
y hermosos templos, pequeñas y horribles almas. Sí, estás ciega, pobre y
desnuda. La salida es el arrepentimiento total y la conversión, buscando la
llenura del Espíritu Santo con ardor. El que dice que tiene oídos, que oiga
entonces. Toda sal que pierda su sabor será aplastada.
CAPÍTULO 4
Adiós era de la iglesia, era de la gracia. El rapto
libró a la iglesia glorificada. La adoración a Dios es ensordecedora. El trono
es la perfecta santidad y conocimiento, con un círculo de una fidelidad de
hierro. Juan, sentado en la platea, lo vio todo. El rapto nos sorprenderá
distraídos, laborando. A los discípulos se les recibirá en las nubes. La gloria
del Nazareno resplandece y alucina, con todos los salvados disfrutando de la
tanta luz, de las coronas, de las condecoraciones y otros certificados. El día
de hoy el juicio reemplaza a la gracia, sin reversas, sin demoras y sin
titubeos. Jamás dejemos de adorar a la Santísima Trinidad.
CAPÍTULO 5
El que fue sacrificado, ahora es idolatrado a
rabiar, el que fue indigno ahora es digno de todo, absorbiendo guitarreos por
los siglos de los siglos. Nadie fue merecedor de tomar el libro, ni los
obispos, ni los profetas ni los pastores. La ensalzada diosa María católica
tampoco fue digna, que se supone que viviría cerca del trono. El Redentor solo
fue el que pagó nuestras deudas, derrotando al usurpador y príncipe de las
tinieblas. El que era siervo hoy es un rey de reyes, que había preparado la
heredad desde los inicios. Lo visible y lo invisible son de propiedad del
Padre.
CAPÍTULO 6
La ira terrible del Juez se hace presente, con la
presteza y potencia de un rayo. Recibirá una corona temporal y una cruel
espada, y en un diplomático y cínico caballo blanco se apoderará de todo,
entregándole al mundo una paz y seguridad breves, como retorcido preludio. El
usurpador comenzará con el color blanco, mas el siniestro montador es de una
sola identidad. En el caballo bermejo el jinete muestra su cara, en donde la
guerra mundial y total derramará cataratas de sangre por medio de su gran
espada. La hambruna, la desertificación y la desesperación se subirán con
prestancia a un caballo negro; el infierno, los cadáveres y las pestes a uno
amarillo. Los cuatro caballos garantizan el reinado sucinto del mal. Con
vestiduras blancas como consuelo, redimidos apuran las sentencias del Señor. Muchos
hebreos aceptan a Cristo y la persecución a los creyentes judíos y gentiles en
Jesús es bestial. Con el sol oscuro, la luna roja y un terremoto insuperable, los
incrédulos y fariseos huyen despavoridos y desorientados, y otros se ponen a
leer la Biblia, debajo de una mesa.
CAPÍTULO 7
Detén los vientos, el curso de los acontecimientos,
que hoy sellaré a mi pueblo, a los que elegí: doce mil de cada una de las doce
tribus de Israel, los que guardaron el mandamiento con celo. Todos los millones
de redimidos por la sangre preciosa estaban delante del trono aplaudiendo al
Cordero. Venían de los cinco continentes, emblanquecidos y alegres, y con la
gloria se olvidaron de los padecimientos y ofensas que experimenta todo cristiano
efectivo. Ángeles y salvados arman de pie un supremo carnaval, incluyendo a los
que soportaron la gran tribulación. Adiós al hambre, a la injusticia, a la
mentira, al dolor. El único mérito valedero es la sangre preciosa, nada más. El
alma humana nació para servir al Señor.
CAPÍTULO 8
El intimidante y conciso silencio es el precedente,
cada una de las trompetas anuncia el castigo divino, las oraciones de los
santos aterrizan en el altar y del incensario caen a la tierra los primeros
remezones. Cada una de las siete trompetas se atrinchera en su posición. Granizo,
fuego, desertificaciones, envenenamientos, sed, destrucciones, mortandades,
meteoros y amarguras, visitaron las cuatro esquinas y todo el planeta, con las
atribuciones efímeras y el apogeo, del anticristo. Los cuerpos celestes también
participaron de la ira. Un ángel anuncia las tres últimas trompetas con un
cartel, la naturaleza fue el instrumento de las primeras cuatro.
CAPÍTULO 9
Los guerrilleros de las tinieblas entran en acción,
el pozo del abismo se abre de lado a lado y las langostas torturaron por cinco
meses a los hombres que no tenían el sello de Dios en sus frentes. Langostas
astutas, acorazadas, expeditivas e imbatibles. Nadie fallecerá con estos
horrores aunque lo intente, este es un anticipo de las picaduras del infierno. Cuatro
ángeles particularmente perversos fueron desatados, y con rabia y talento
asesinaron a un tercio de los hombres, con un ejército de doscientos millones
de jinetes y ni aún así se arrepintieron del horóscopo, del aborto, del
orgullo, del paganismo religioso beatificado, del espiritismo, del fariseísmo,
de la pornografía en vivo, de la avaricia, del crimen, del tabaco, del
vasallaje, de la explotación de seres humanos, del sacramentalismo, del
agnosticismo y de las otras idolatrías. El pagano de corazón porfiará hasta el
último día y la decadencia global lo uniformará todo, todo, todo.
CAPÍTULO 10
Y desciende el ángel fuerte con un librito en la
mano, con el mar y la tierra bajo sus pies, rugiendo, y el misterio de los
siete truenos continuará como continuará por otro tiempo la evangelización. Con
la séptima trompeta los predicadores cesarán y los misterios del reino de Dios
se mostrarán. La profecía es dulce al masticarla y amarga al digerirla.
CAPÍTULO 11
El templo de Jerusalén ya fue reconstruido y le
dará gloria y sacrificios al anticristo, descartándose por un lapso reducido la
gloria de Dios. A los gentiles les entregaron el patio por tres años y medio y
el testimonio de Cristo fue casi eliminado de la tierra, mas los testigos
predicarán 1260 días, con vigor, y la bestia peleará contra ellos y los
asesinará, mas los dos testigos resucitarán y ascenderán al cielo; antes, sus
cadáveres se exhibirán por tres años y medio, por todo el orbe y sin ser sepultados,
con mofas. Es factible que los dos testigos sean Moisés y Elías. Con la séptima
trompeta concluirán los siete años, y el carro de la victoria ya se presenta
con todo, y fueron galardonados los profetas y siervos de Dios, y el templo del
cielo fue abierto y lo mostró todo, y los incrédulos se sintieron humillados y
desechados.
CAPÍTULO 12
En ningún caso la mujer es María, tampoco la
iglesia, seguramente es el mismo pueblo de Israel, desde el sueño de José y las
doce tribus. El príncipe Satanás arrastró consigo un tercio de los ángeles, en
busca de su propia gloria, persuadiendo también a Adán, a la raza humana. El
dragón jamás devorará la redención. A la iglesia la arrebatarán y el infierno
comenzará lento. Tres años y medio de diabólica paz y tres años y medio de
diabólica violencia. Y los hebreos creerán en Jesús el Señor.
CAPÍTULO 13
El anticristo emergerá del mar cual bestia, enfurecido
y como príncipe de las multitudes. Diez naciones lo considerarán el amo del
mundo. Carismático, pacífico al inicio, manipulador genial y desalmado. Las
siete cabezas son también los siete montes de la ramera. La primera mitad de la
semana no se mostrará y sus brazos y la tecnología lo abarcarán absolutamente
todo, con un trono de reducido tiempo pero brutalmente fuerte. Parecerá que es
el Mesías, en las mentes terrenales, por su gran inteligencia, astucia y
maravillas de película. El mundo se le postrará sin ambigüedades, devorándose
emocionado las mentiras perfectas y resumidas. El misterio de la iniquidad desbordará
el planeta y la trinidad diabólica se moverá como pez en el agua, haciendo
milagros que impactarán al populacho. La marca en el brazo o mano será la
cédula de identidad. La Roma de los siglos es un súbdito ferviente de
Satanás. El anticristo traicionará a su socia la gran ramera. Para lo que
viene, Hitler y Stalin juntos son bebés de pecho. Jerusalén, epicentro de la
redención y de la calamidad. El hombre fue creado un viernes, Cristo murió un
viernes. Muchísimos se venderán por un plato de lentejas, en un comercio
internacional centralizado en la mano del mal; pero esos días se acortarán,
para el alivio de pocos.
CAPÍTULO 14
Los 144.000 son hebreos sufridos que se conservaron
limpios. El primer ángel les predica a los habitantes de la tierra, el segundo
anuncia la caída de Babilonia, de la peste, el tercero les advierte que no se
adhieran a Lucifer, porque el látigo del Juez está presto. Se debe morir por
Cristo sin medir las consecuencias. Enterró la hoz y comenzó la cosecha de
frutos maduros.
CAPÍTULO 15
Siete ángeles poseían las siete plagas postreras, con
las que se concluía la ira de Dios. El cántico de Moisés se interpreta con las
arpas del Señor, con el cual este otro y último Egipto también se quedaron
atrás, sin regresos.
CAPÍTULO 16
La irritación del Señor se derramó sobre la tierra.
La primera copa trajo una úlcera maligna y pestilente, como un adelanto del mal
oliente infierno sempiterno. La segunda copa convirtió ese mar en sangre
contaminante, y la tercera hizo lo mismo con los ríos y aguas, y bebían esta
sangre por la que derramaron los santos. Con el cuarto ángel derramó su copa
sobre el sol, y los hombres se quemaban e insultaban a Dios firmemente. El
quinto ángel le disparó al trono de la bestia, y a pesar del dolor, blasfemaban
sin arrepentirse. El sexto ángel secó el río Éufrates preparando así el camino
de los reyes del oriente a Palestina, yendo al Armagedón para su propia
destrucción. La séptima copa cayó en el aire y todo quedó hecho. Un terremoto
como el de nunca antes sacudirá las islas y los montes de la tierra, con
granizos. El aparato organizacional del mal fue devastado.
CAPÍTULO 17
La gran ramera está sentada sobre pueblos y
multitudes, ha fornicado y negociado impúdicamente con los poderosos, es
pomposa y perseguidora de santos y habita en Roma, en medio de siete montes. La
diplomacia de la gran prostituta no posee escrúpulos, vestida de púrpura y
escarlata y adornada con oro. Las piedras preciosas se refieren a la tiara
papal también. La Inquisición fue la asesina oficial de santos y mártires.
El protestantismo histórico y todo el catolicismo ortodoxo son dignos hijos
también de su madre la gran meretriz. Con Babilonia se afianzó el paganismo
elaborado y sus retoños. La iglesia Romana volverá a ser poderosa como nunca
antes, pero sólo por un ciclo muy corto. El aniquilamiento de la ramera, la
concubina de la inmoralidad, será rápido, cruel, contundente y por etapas. El
Cordero de Dios es eternamente invencible.
CAPÍTULO 18
Y Babilonia caerá como Sodoma y Gomorra, y los
empresarios lamentarán el no poder comprarle más. Se bajó el cortinón y la
gloria de Babilonia feneció. Sequías, hambrunas, relámpagos, grandes incendios
y más. Aquí perecieron Abel y muchos profetas de Dios. La venganza es sólo mía
sentencia el Señor.
CAPÍTULO 19
Los santos en el cielo inician las celebraciones porque
los juicios del Señor son verdaderos e ineludibles. Cristo el Dios Todopoderoso
reinará por siempre. Las disímiles meretrices sucumbieron de golpe. Se
terminaron las ignominias, las inquisiciones. Nadie más ridiculizó a los
predicadores de la Biblia, al evangelista callejero. Sólo hay alegría por las
bodas del Cordero, en la cual la santa iglesia se une con el Redentor, por
siempre. Todos los pueblos verán al rey de reyes, al Verbo de Dios. La bestia y
el falso profeta fueron lanzados al lago de fuego y Cristo Jesús separará el
trigo de la cizaña.
CAPÍTULO 20
Satanás fue encadenado por mil años en el abismo,
concluido los siete años, sin posibilidades de acercarse a las naciones. La
genuina iglesia gobernará con el Señor, el emperador de todos los pueblos, por
diez siglos. Todos los mandatarios se conducirán con integridad, sin comercio
de armas ni obscenidades. Ahora Satanás es liberado y engañando a las personas,
las reúne para la gran y funesta batalla final. Mas el fuego de Dios los
consumió y Satán acompañó a la bestia y al falso profeta en el lago de fuego,
por los siglos de los siglos. La muerte se murió, las miserias se extinguieron.
CAPÍTULO 21
Y vi un cielo nuevo y una tierra nueva, la capital
eterna del reino de Dios, que descendió del cielo como esposa preparada, con
toda su gloria y fulgor, sin templos, porque la comunión de los inscritos en el
libro de la vida con el Rey de reyes es directa, como hoy. Ninguna inmundicia
entrará en la nueva Jerusalén.
CAPÍTULO 22
Con las hojas del árbol las naciones se sanan y con
el agua del río beben la vida eterna. Por la luminosidad divina no habrá noche
ni día y con Él regiremos por siempre, desde su trono, envueltos en la alucinante
dicha de Su presencia. El Redentor aparecerá cuando no lo imagines. No beses la
mano de ningún hombre u obispo. Jesucristo es Dios, el único y suficiente Dios.
Gloria a la Santísima Trinidad. Ven, Jesús. Sí, debes aceptar esta tarde a
Cristo Jesús como Señor y Salvador, obedeciéndole postrado. Te arrepientes de
tu estado pecaminoso, te conviertes a Cristo, y después te bautizas y después
buscas la llenura del Espíritu y tu función específica en el reino de Dios.
FIN
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