Las oficinas operativas de la Minera El Peñasco estaban en el subsuelo, cerca de la superficie. Trabajaban cincuenta personas en donde treinta y cinco eran hombres y quince eran mujeres. Eran ingenieros, calculistas, electricistas, prevencionistas y otros. El terremoto grado 8.3 los sorprendió a todos en plena faena a las 9.15 am. Ese día los mineros no trabajaban. Se remeció todo con ira. Algunas estructuras se doblaron, el aire perdió su calidad. Todo quedó enclenque o inseguro. Quedaron atrapados mas no incomunicados. Entre las fuertes y continuadas réplicas el grupo de rescate logró desde el exterior hacer un forado en la letrina en donde cabía una sola persona, y con dificultades, con la ayuda interna y cuidadosa de cuatro hombres que lo arriesgaron todo a pesar del miedo paralizante que sintieron en un principio. La racionalidad les decía que el cementerio era el próximo paso. Era el lugar menos inseguro que hallaron y acordaron. El ingeniero en jefe expresó con firmeza: “las mujeres egresan primero”. Las dos feministas profesionales se sintieron incómodas e incoherentes, pero dado el terror que existía se les bloqueó la mente y obedecieron para salvar sus vidas y obviaron su ideología por ese día. Eso de que los hombres y mujeres tienen los mismos derechos y deberes fue desestimado por mientras la tierra se movía. Ya habrá tiempo para los ajustes filosóficos. Las mujeres salieron lentamente, de a una, por el azaroso y diminuto forado. Cuando había una réplica o algún chirrido extraño se suspendía todo. Salieron todas las mujeres y tres trabajadores, incluido el jefe, que iba a ser el último en salir, no alcanzaron a abandonar la oficina porque en un remezón impetuoso de la tierra se desplomó todo y fallecieron allí. El capitán es el último en abandonar el barco. El gerente zonal en el fondo estaba silenciosamente algo aliviado porque no murió ninguna mujer. El posterior funeral de los tres fallecidos fue impresionante. El ingeniero en jefe muerto es un ejemplo de valor en todos los sitios. Las dos feministas querían que el azar determinara quien salía primero y quien salía después mas con el estado de pánico se olvidaron de todos sus principios sobre la igualdad de género y una pensó en sus hijos y en su madre y sólo anhelaba abrazarlos pronto a como dé lugar. Terminado todo y con la tierra quieta las feministas volvieron a predicar con fe que los hombres y mujeres son iguales en derechos y deberes y que las mujeres no deben recibir privilegios o preferencias por su condición de tal. Estaban convencidas de su doctrina. Durante el colapso hombres y mujeres no fueron tratados iguales y no se gastó ni un segundo en debates elevados. Cuando no se presentan dificultades en la gestión de El Peñasco las mujeres ahora trabajan en la superficie porque el gerente quedó algo traumatizado con la experiencia del voluble sismo.
Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN
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