En el famosísimo café de Paris llamado muchas veces “la cámara de los comunes” se reúnen una vez más los mismos tres burgueses millonarios y líderes a evaluar con decisión el contexto político y los cambios radicales.
-Hay que seguir financiando la Ilustración, las ideas humanistas –señala Pierre sin contrapelos.
-El soberano actúa como un señor feudal. Cree que Francia y los franceses le pertenecen por mandato divino. La monarquía parlamentaria o espacios de cambio son una blasfemia –replica con pesimismo Anton.
-Si alcanzamos el poder el pueblo llano ascenderá un poco, con el tiempo – es la esperanza de Francois.
-Ya no es la tierra la única que genera dinero. El libre comercio se apoderará del mundo – declara con fe Anton.
-Somos nosotros los que creamos la riqueza, los que pagamos los impuestos para sostener a esos parásitos de la aristocracia, que nada aportan y que son una terrible carga –Pierre se molesta en demasía.
-Matemos al rey, dinamitemos la estructura de poder, inventemos acá la democracia moderna, y la administraremos nosotros.
-Hay que desenmascarar a ese adiposo y corrupto clero que pretende convencernos de que el estéril rey lo es por derecho divino. La especialidad del ungido del Señor son la desnutrición y las penurias. Serían los manipuladores de Dios. No toleran la movilidad social ¿Cuál es el origen del hambre y la miseria?¿el hambriento lo es por voluntad divina? ¿la ostentación es santa? Tanta ridiculez ya no se sostiene – indica irritado Francois.
-Tengo más dinero que muchos aristócratas y en la pirámide soy un plebeyo porque no tengo sangre azul. Un desfinanciado duque no aceptó a mi hija en matrimonio por ese motivo. La herejía de la sangre azul debe ser exterminada – marca con ira Pierre.
-Si poseemos el poder económico el mundo es nuestro. La primera fila en el protocolo nos pertenece. Somos la modernidad, el futuro – declara con devoción Anton.
-El papado no tolera el racionalismo, la libertad de cultos, el pensamiento libre, la ciencia a todo vapor, el libre mercado. Lavan con agua bendita los derroches, la esclavitud y los excesos. Aborrecen el progreso – dice Francois.
-El antiguo régimen es violento y sólo con violencia caerá. El diálogo con la arrogancia coronada e infame no es posible – sentencia sin titubeos Anton.
-Las trece colonias ya hicieron los suyo. Es nuestro turno. Tenemos una cita con la historia – explica con vehemencia Pierre.
-La iglesia se separará del Estado. Seremos un Estado laico, no confesional –lo indica Francois como dogma.
-La burguesía es el serafín de la abundancia y el epicentro del quehacer es el capital. Una sociedad libre y próspera está a la vuelta de la esquina – remata Pierre.
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JAIME FARIÑA MORALES
ARICA-CHILE
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