El socialismo real nunca
trajo crecimiento ni prosperidad ni progreso a ningún país y siempre logró
sobrevivir a punta de pistola, torturas y tiranos despiadados, y sin embargo
hasta hoy continúa siendo encantador gracias a la desarrollada y mágica
demagogia de algunos líderes. Hugo Chavez era capaz de destruir y corromper de
a poco a Venezuela por dentro y hacer sonreír a más de la mitad del país. La
farsa y el asistencialismo se mantuvieron de pie gracias al elevado precio del
petróleo. El populismo es pan para hoy y hambre para mañana. No cualquiera
convierte a un país riquísimo en un país pobre. Se requiere de talento. El
discurso clásico de la izquierda es y será opio para el pueblo. Nunca falta el candoroso
que levanta la mano izquierda al cielo con cierta convicción. Cualquier
discurso de cambio creíble se vende como pan caliente. Hoy en día todos los
populistas que deseen sobrevivir deben someterse sin contratiempos a la logia
bancaria internacional. Hoy el nuevo socialismo real, con más o menos disimulos,
es capitalista.
El populismo de
derecha intenta convencerte de que lo importante no es la demorosa meta, sino
el transitar por ese camino correcto que está repleto de espinas y
postergaciones sin fin. Ellos creen en Dios, claro, pero no en el Dios
contestatario del capítulo 5 de la Epístola de Santiago. Ellos creen en un dios
negrero que puedan manipular, a través de la siempre corrupta Madre Iglesia. Ellos
aman a la patria, a una patria que posee muy pocos propietarios legales, tan
pocos, que caben todos en un microbús. Ellos aman la libertad y la democracia,
una democracia manipulada y financiada por los dueños de la amada patria. No se
irritan con la concentración de la riqueza del país en 20 apellidos. Este camino
correcto es el edén de la elite. Como todos somos súbditos del nuevo orden
mundial, el que seas de derecha o de izquierda da lo mismo. Y si un populista
te genera la esperanza de alguna prebenda, serás dichoso algunos meses, con
esas vitaminas que entrega la candidez excelsa.
Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN
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