Todo el
sistema de salud es controlado de punta a cabo por negreros poderosos con un
congreso con las manos amarradas, por supuesto. Si continúas enfermo lucran los
militantes de la mafia de la salud, o mejor dicho la mafia de la enfermedad. Si
te alimentas de comida chatarra, si fumas o si eres un idiota en el cuidado de
tu cuerpo, la cosa nostra sonreirá porque a través de tus dolencias te
destriparán la billetera, antes de arrojarte desde la azotea. El Gobierno es el
sempiterno coautor de este delito con algún discurso lacrimoso e hipócrita de
vez en cuando. Cuando las farmacéuticas no logran enfermarte, a veces a través
de los mismos medicamentos, conciben nuevos males o pifias que ellos
amablemente curarán con el magnánimo propósito de que el dinero llegue en
camiones blindados a sus arcas. La logia bancaria se regocija con tanto flujo
de efectivo y pretende que todo que todo bisturí sea privatizado, a la
brevedad. Esta sociedad con miles de quejas reales e imaginarias es su edén. Si
eres un aquejado sin dinero, eres un perro miserable, y hasta el Presidente te
pone mala cara, con sutileza. Si no generas dólares no sirves. Somos ovejas sin
lana que caminan al matadero desconociendo el semblante del lobo feroz con
rostro de galeno. La Facultad de Medicina también confecciona discípulos
devotos de Mammón en serie. El demonio cuida con esmero tu enfermedad. Si necesitas
medicarte toda la vida eres un bienaventurado. Primero el dinero, después el
paciente. Con congresos y foros santifican las fechorías. Al que elabore
medicamentos para gente sana le van a dar el Premio Nobel de Economía. Ya hay
candidatos de noble estirpe. La industria farmacéutica es un arma de
destrucción masiva, como la mafia de la leche o de la comida criminal.
Del blog índice LAS SOTANAS DE SATÁN
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